Pau
—Galletas —respondemos Landon y yo al unísono.
—Muy bien, galletas, pues. —Karen sonríe y abre el armario.
Esta mujer nunca para, siempre está cocinando, asando, tostando... Y no me quejo: la verdad es que todo lo que prepara está delicioso.
—Ya ha oscurecido. Espero que no se pierda ahí afuera —dice Ken.
Landon se limita a encogerse de hombros como queriendo decir: « Pedro es así».
Lleva fuera casi tres horas, y estoy haciendo todo lo posible por no preocuparme. Sé que está bien; si algo le sucediera, lo sabría. No puedo explicarlo, pero algo dentro de mí me dice que lo sabría.
De modo que no estoy preocupada porque le haya sucedido nada malo. Lo que me preocupa es que su frustración se convierta en una excusa para ir a buscar algún bar. Por mucho que quisiera que se alejara de mí, me mataría verlo cruzar esa puerta tambaleándose y con el aliento apestando a alcohol. Necesitaba un poco de espacio; tiempo para pensar y calmarme. La parte de pensar todavía no la he llevado a cabo; la he estado evitando a toda costa.
—Oye, ¿por qué no nos bañamos todos juntos en el jacuzzi esta noche o mañana por la mañana? — sugiere Karen.
Landon escupe su refresco en el vaso y yo aparto la mirada rápidamente y me muerdo un carrillo. Landon ha visto mis bragas flotando en el agua, y el recuerdo está todavía tan fresco que siento que me arde la cara de la vergüenza.
—Karen, cariño, no creo que los chicos quieran meterse en el jacuzzi con nosotros.
Ken suelta una carcajada, y ella sonríe al darse cuenta de que tal vez sí que sería un poco incómodo.
—Supongo que tienes razón. —Se ríe y empieza a separar la masa de las galletas y a formar bolas pequeñas. Arruga la nariz—. Detesto esta masa preparada.
No me cabe duda de que, para Karen, la masa preparada para galletas debe de ser espantosa, pero para mí es una maravilla. Especialmente ahora, que siento que podría desmoronarme en cualquier instante.
Landon y yo estábamos en plena conversación sobre Dakota y el que pronto será su apartamento cuando su madre y Ken nos han interrumpido. Han comentado que se han cruzado con Pedro cuando se marchaba. Por lo visto, les ha dicho que yo estaba durmiendo, así que he hecho todo lo posible por seguirle la corriente y he dicho que acababa de despertarme justo cuando ha llegado Landon.
Me he estado preguntando dónde estará Pedro y cuándo volverá desde el momento en que se ha marchado. Una parte de mí no quiere verlo ni en pintura, pero la otra, mucho más grande, necesita saber que no está haciendo nada que pueda poner en peligro nuestra ya de por sí frágil relación. Sigo furiosa de que haya interferido en mi traslado a Seattle, y no tengo ni idea de qué voy a hacer al respecto.
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