Divina

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domingo, 29 de noviembre de 2015

After 3 Capítulo 25


Pedro

Intento acercar su cuerpo casi desnudo aún más al mío mientras ella intensifica el beso. Me coge los brazos y se lleva mi mano entre los muslos.
No tiene sentido perder el tiempo.

—Deberías habértelas quitado —le digo dando un tirón a las bragas finas y empapadas.
Deja escapar una carcajada sin aliento antes de coger aire cuando mis dedos la penetran. 

Mi boca entrecorta sus gemidos. Atrapa mi labio inferior con la suya y casi pierdo la cabeza. Es tan sexi y seductora..., ni siquiera tiene que esforzarse.

Cuando empieza a mover las caderas y a restregarse contra mi mano, la cojo de la muñeca, la levanto y la coloco a mi lado con las piernas abiertas, sin que mis dedos dejen de complacerla.

Las malditas bragas me están poniendo de los nervios.

Se sobresalta y hace un mohín cuando le saco los dedos y los engancho en las bragas. Se las quito de un tirón lo más rápido que puedo, ella termina de sacárselas de un puntapié y se hunden en el agua. Contemplo durante un segundo cómo los chorros de agua las arrastran al otro lado del jacuzzi. Es fascinante ver cómo esa última barrera flota suavemente lejos de nosotros.

Pero Pau entonces me coge de la muñeca y me obliga a seguir acariciándola.

—¿Qué quieres? —le pregunto.

—A ti. —Sonríe con dulzura y se abre más de piernas, demostrándome lo guarra que es en realidad.

—Date la vuelta —le digo.

Sin darle tiempo a contestar, le doy la vuelta y grita. Me asusto un instante pero luego comprendo que uno de los chorros apunta directamente a su pequeño coño. Por eso gime. En un minuto estará chillando a pleno pulmón.

Me arrodillo detrás de ella. Me encanta hacérselo así, la siento mejor. Puedo acariciarle la sedosa piel y prestarles atención a todos los músculos que se mueven bajo ésta... Y ver cómo coge aire cada vez que se la meto.

Le aparto el pelo largo a un lado y me acerco, metiendo la polla más y más. Pau arquea la espalda y le cojo una teta en cada mano mientras empiezo a entrar y a salir muy despacio.
Joder, esto es una maravilla, mejor que nunca. Debe de ser el agua caliente a presión a nuestro alrededor mientras se la meto y se la saco poco a poco. Gime y bajo la mano para asegurarme de que el chorro de agua sigue dándole de pleno. Tiene los ojos cerrados y la boca abierta, los nudillos blancos de sujetarse con fuerza al borde de la bañera.

Quiero ir más rápido, machacarla sin piedad, pero me obligo a adoptar un ritmo lento.

—Pedrooo... —gime.

—Joder, es como si pudiera sentir cada centímetro de ti... —No he terminado de pronunciar la frase cuando me entra el pánico y se la saco.

«El condón.»

Ni siquiera se me ha ocurrido ponerme un puto condón. ¿Qué me ha hecho?

—¿Qué pasa? —jadea; una fina capa de sudor le baña la cara.

—¡No llevo condón! —Me paso las manos por el pelo húmedo.

—Ah —dice tan tranquila.

—¿Ah? ¿Cómo que «ah»?

—Ve a ponerte uno —sugiere con mirada inocente.

—¡No es eso! —Me pongo de pie en el jacuzzi. No dice nada—. Si no me hubiera acordado, podría haberte dejado preñada.

Asiente. Lo ha entendido.

—Ya, pero te has acordado.

«¿Cómo es que está tan tranquila?» Tiene su superplán de mudarse a Seattle, un bebé lo mandaría al traste. «Un momento...»

—¿Ése era tu plan? ¿Crees que si te dejo embarazada me iré contigo? —Parezco un fanático de las teorías conspiranoicas, pero tiene sentido.

Se vuelve, riéndose.

—¡¿No lo dirás en serio?! —replica, y cuando intenta abrazarme me aparto.

—Muy en serio.

—Es de locos. Cariño, ven aquí. —Intenta cogerme otra vez, pero la esquivo y me voy al extremo opuesto del jacuzzi.

El dolor le cruza la cara como una señal fluorescente y se tapa las tetas con las manos.

—Es a ti a quien se le ha olvidado el condón y ahora me dices que intento cazarte quedándome embarazada. —Menea la cabeza sin poder creérselo—. Pero ¿tú te has oído?
«No serías la primera chalada en intentarlo.»

Trato de acercarme un poco pero se pone de rodillas en el asiento para apartarse. La miro impasible y no digo nada.
Me observa con los ojos llenos de lágrimas, se levanta y sale del jacuzzi.

—Voy a ducharme.

Desaparece en el dormitorio. Primero cierra de un portazo la ventana y luego da otro con la puerta del baño.

—¡Mierda! —grito, y le doy un manotazo al agua caliente deseando que me lo devuelva.

Tengo que empezar a escuchar lo que digo. No es una loca a la que no conozco de nada. 

Es Pau. ¿Qué coño me pasa? Estoy paranoico. Me siento tan culpable por todo el rollo de Seattle que estoy perdiendo el juicio. El poco que me queda, vaya.

Tengo que arreglarlo, o al menos intentarlo. Se lo debo, y más después del modo en que acabo de acusarla de la tontería más grande del universo.

Irónicamente, y por retorcido que parezca, desearía no haberme acordado del condón...
No. No. No es verdad. Lo que sucede es que no quiero que me deje y no se me ocurre otra manera de hacer que se quede. Pero, desde luego, un bebé no es la solución. He hecho todo lo posible menos encerrarla a cal y canto en el apartamento. Sí, se me ha pasado por la cabeza un par de veces, pero no creo que le haga ninguna gracia. Además, probablemente tendría déficit de vitamina D. Y dejaría de hacer yoga... y de ponerse esos pantaloncitos.

Tengo que entrar y pedirle perdón por haberla avergonzado de ese modo y haberme comportado como un imbécil antes de que vuelva mi familia. A lo mejor tengo suerte y se pierden unas horas en el bosque.

Sin embargo, primero tengo que hacer una cosa. Salgo del jacuzzi y me meto en la habitación. Hace un frío que pela ahora que sólo llevo puesto el bóxer empapado. Miro mi móvil y la puerta del baño. Oigo correr el agua de la ducha, así que cojo el teléfono y una manta del respaldo de la silla y salgo otra vez al balcón.

Busco entre mis contactos el nombre de «Samuel». Ahí estuve rápido. No sé por qué guardé el número de esa mujer. Supongo que porque sabía que acabaría metido en un embrollo y tendría que volver a llamarla. Cambié el nombre por si Pau volvía a registrar mis cosas, puesto que sabía que lo haría. Creía que me había descubierto cuando me preguntó por qué había borrado el registro de llamadas y me oyó gritándole a Molly por teléfono.


En cierto modo, estoy seguro de que preferiría ver a Molly antes que a esta persona en mi lista de llamadas.

3 comentarios:

  1. Cada vez mas buenos los capa,que trama Pedro? @rociibell23

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  2. Cada vez mas buenos los capa,que trama Pedro? @rociibell23

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  3. se puso buenísima, se la va hacer remar Pau cuando se entere

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