Divina

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miércoles, 18 de noviembre de 2015

After 2 Capítulo 71


Pedro

El crío permanece callado y se limita a asentir cuando Pau le pregunta alegremente:

—¿Te gusta el pollo, Smith?

—¡Está delicioso! —digo con un entusiasmo exagerado para suavizar el golpe de que el niño todavía no quiera hablar con ella.

Me sonríe ligeramente pero no me mira a los ojos. El resto de la cena transcurre en silencio.
Mientras Pau recoge la cocina, yo vuelvo al salón y oigo unas pequeñas pisadas que me siguen.

—¿Quieres algo? —pregunto, y me dejo caer sobre el sofá.

—No. —El chaval se encoge de hombros y centra la atención en la tele.

—Estupendo...

Esta noche no hay nada decente que ver.

—¿Va a morirse mi papá? —me pregunta de repente la vocecita que tengo a mi lado. Me vuelvo hacia él.

—¿Qué?

—Mi papá, ¿va a morirse? —dice Smith, aunque parece bastante tranquilo respecto al tema.

—No, sólo se ha puesto enfermo porque ha comido algo en mal estado.

—Mi mamá se puso enferma y ahora está muerta —replica, y un pequeño temblor en su voz me hace ver que no es inmune a la preocupación.

Siento que me asfixio con mi propia respiración.

—Ya..., bueno —comienzo a decir—. Eso era diferente.

«Pobre chaval.» —¿Por qué?

Joder, ¿por qué hace tantas preguntas? Quiero llamar a Pau, pero algo en la expresión de preocupación de su rostro me detiene. No habla con ella, así que no creo que quiera que la llame. 

—Tu padre sólo está un poco enfermo..., pero tu madre estaba muy enferma. Él estará bien.

—¿Me estás mintiendo?

Habla como si fuese mucho mayor de lo que es, y me recuerda mucho a mí. Supongo que esto es lo que pasa cuando te ves obligado a crecer demasiado deprisa.

—No, si tu padre fuese a morir te lo contaría —le digo, y lo digo en serio.

—¿De verdad?

Sus ojos brillan y temo por un momento que vaya a echarse a llorar. No sé qué coño haría si empezara a llorar ahora. Huir. Saldría corriendo hasta el otro cuarto y me escondería detrás de Pau.

—Sí. Y ahora hablemos de algo menos macabro.

—¿Qué es «macabro»?

—Algo retorcido y jodido —le explico.

—Has dicho otra palabrota —me regaña.

—Yo puedo decirlas porque soy mayor.

—Sigue siendo una palabrota.

—Tú has dicho dos antes, podría chivarme a tu padre —lo amenazo.

—Y yo me chivaré a tu novia —me contesta, y no puedo evitar echarme a reír.

—Vale, vale, tú ganas —digo, y le indico con un gesto que no abra la boca.
Pau asoma la cabeza.

—Smith, ¿vienes aquí conmigo?

Él la mira, después me mira a mí y pregunta:

—¿Puedo quedarme con Pedro?

—No creo que... —empieza ella, pero la interrumpo.

—Está bien —suspiro, y le paso el mando al niño

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