Divina

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domingo, 29 de noviembre de 2015

After 3 Capítulo 21


Pau

Le tiro del brazo otra vez, con más fuerza.

—¡Pedro! ¡Despierta! ¡Vamos a llegar tarde!

Yo ya estoy vestida y preparada, he metido el equipaje en el coche y lo he dejado dormir el mayor tiempo posible. Demonios, anoche tuve que hacer yo sola las maletas, aunque tampoco es que él tenga ni idea de cómo hacerlas...

—Yo... no... voy... —gruñe.

—¡Levanta, por favor! —gimoteo tirándole del brazo.

Mierda, ¿por qué no puede ser tan madrugador como yo?

Se tapa la cara con la almohada, se la quito y la tiro al suelo.

—No, vete.

Decido enfocarlo de otra manera y le pongo la mano en el bóxer. Anoche se quedó dormido con los vaqueros puestos y me las vi negras para quitárselos sin despertarlo. Pero ahora lo tengo a la vista, vulnerable y manipulable.
Le rozo con las uñas el tatuaje que queda por encima de la cinturilla del bóxer... Ni se inmuta.
Meto la mano en el bóxer y abre los ojos.

—Buenos días —saluda con una sonrisa lujuriosa.

Retiro la mano y me pongo de pie.

—¡Levanta!

Bosteza en plan exagerado, se mira la entrepierna y dice:

—Me parece que ya lo he hecho.

Cierra los ojos y se hace el dormido. No tarda en empezar a roncar como un dibujo animado. Es un rollo, pero también es adorable y simpático. Espero que siga así toda la semana. De verdad, no pido nada más.
Le meto la mano en el bóxer otra vez y, cuando abre los ojos y me mira como un cachorrillo, le digo:

—Ni hablar —y la saco de nuevo.

—No es justo —gimotea.

Pero se levanta y se pone los vaqueros de ayer. Se dirige a la cómoda, coge una camiseta negra, me mira, la guarda y saca una blanca. Se pasa los dedos por el pelo, primero se hace una cresta y luego la peina hacia abajo.

—¿Me da tiempo a lavarme los dientes? —pregunta en tono sarcástico y con la voz ronca de tanto dormir.

—Sí, pero date prisa. Cepíllate los dientes y nos vamos —le digo, y le doy un repaso rápido al apartamento para asegurarme de que todo está en orden.

A los pocos minutos Pedro se reúne conmigo en la sala de estar y salimos.
Ken, Karen y Landon nos están esperando en el sendero de grava de su casa cuando llegamos. Bajo la ventanilla.

—Perdonad que lleguemos un poco tarde —me disculpo, y aparcamos junto a ellos.

—¡No pasa nada! Como es un viaje largo, pensábamos hacerlo todos juntos —exclama Karen con una sonrisa.

—Ni de broma —me susurra Pedro.

—Venid —dice señalando un todoterreno negro que ocupa el resto del camino de grava—. Ken me lo regaló por mi cumpleaños pero nunca lo usamos.

—No, no y no —dice Pedroun poco más alto.

—Será divertido —le digo en voz baja.

—Pau... —empieza.

Pedro, por favor, no te pongas imposible —le suplico. Y puede, sólo puede, que haga una caída de ojos con la esperanza de convencerlo.

Me mira un momento y sus ojos se suavizan.

—Bien. Joder, tienes suerte de que te quiera.

Le aprieto la mano.

—Gracias. —Luego me vuelvo hacia Karen—. Muy bien —le digo con una sonrisa, y apago el motor de mi coche.

Pedro mete nuestro equipaje en el maletero del todoterreno de Karen. Tiene cara de pocos amigos.

—¡Será divertido! —afirma Landon entre risas mientras subo al vehículo.

Pedro se sienta a mi lado en el asiento de atrás después de comentar que no piensa sentarse al lado de Landon. Ken arranca, Karen pone la radio y empieza a cantar en voz baja.

—Parece una escena sacada de una comedia cursi y empalagosa —dice Pedro, me coge la mano y la lleva a su regazo

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