Pau
Cuando me despierto, veo que Pedro no está en la cama. Imagino que ha salido a por café o que está en la ducha. Miro la hora en el móvil y me obligo a levantarme. Estoy cansada, y eso que anoche no salí, así que paso de arreglarme. Me pongo una camiseta de la WCU y unos vaqueros. Me pondría unos leggings para provocar a Pedro, pero no los encuentro. Conociéndolo, seguro que los ha escondido para que ningún otro chico me vea con ellos.
Vuelvo a buscarlos en el cajón de arriba de la cómoda y, cuando lo cierro, un pedazo de papel cae al suelo.
«He salido a desayunar con mi padre», dice la letra de Pedro. La nota me confunde y me alegra a partes iguales. Espero de verdad que Ken y él puedan seguir trabajando en su relación.
Imagino que ya habrán acabado e intento llamar a Pedro, pero no lo coge. Le envío un mensaje y salgo a reunirme con Landon en la cafetería de la facultad.
Al llegar, él ya está sentado a una mesa y señala las dos tazas que hay en ella.
—He pedido una para ti —dice con una sonrisa al tiempo que me ofrece una de las tazas de papel.
—Qué amable. Muchas gracias.
El sabor dulce y amargo del café termina de despertarme y empieza a preocuparme no tener noticias de Pedro.
—Fíjate: parecemos universitarios normales —bromea Landon señalando nuestras camisetas, que son idénticas.
Me echo a reír y le doy otro sorbo al bendito café.
—Oye, ¿dónde está Pedro? —Sonríe—. Esta mañana no te ha acompañado.
Me encojo de hombros.
—No lo sé. Me ha dejado una nota que decía que se había ido temprano para desayunar con su padre.
Landon deja de beber a medio sorbo y me mira inquisitivo.
—¿De verdad? —Y, tras una pausa, añade—: Cosas más raras se han visto.
Su respuesta no hace más que empeorar mis dudas. ¿Seguro que Pedro ha salido a desayunar con su padre? ¿Seguro?
Landon y yo nos vamos a clase y Pedro todavía no ha contestado a ninguno de mis mensajes.
Siento una opresión en el pecho.
Ocupamos nuestros asientos; Landon me mira y me pregunta:
—¿Te encuentras bien?
Estoy a punto de contestarle cuando veo entrar en clase al profesor Soto.
—¡Buenos días! Disculpad mi tardanza, anoche acabé a las tantas. —Sonríe, se quita la chaqueta de cuero y la deja de cualquier manera en el respaldo de su silla—. Espero que todos hayáis encontrado tiempo para comprar o robar un diario.
Landon y yo nos miramos y sacamos nuestros diarios. Miro alrededor y veo que somos los únicos que lo hemos traído, y una vez más me asombro de lo poco que se esfuerzan los universitarios.
Sin embargo, el profesor Soto sigue hablando impasible, ausente, ajustándose la corbata.
—Si no lo habéis traído, sacad una hoja de papel en blanco porque vamos a dedicar la primera mitad de la clase a la primera tarea del diario. Aún no he decidido cuántas haremos pero, como ya he dicho, el diario representa buena parte de vuestra nota final y debéis dedicarle al menos un poco de esfuerzo. —Sonríe, se sienta y pone los pies encima de la mesa—. Quiero saber qué pensáis de la fe. ¿Qué significa para vosotros? No hay una respuesta errónea y vuestra religión tampoco supone una diferencia. Podéis enfocarlo de muchas maneras. ¿Tenéis fe en un poder superior? ¿Creéis que la fe aporta cosas buenas a la vida de la gente? A lo mejor tenéis una visión muy distinta de la misma. ¿Creéis que tener fe en algo o en alguien cambia el desenlace de una situación? Si tenéis fe en que vuestro amante infiel va a dejar de serlo, ¿cambiará eso las cosas? El hecho de creer en Dios... o en varios dioses, ¿os hace ser mejor persona que alguien que no cree en nada? Coged el tema de la fe y haced con él lo que queráis... Pero haced algo —dice.
Mi mente es un torbellino de ideas. De pequeña solía ir a la iglesia, pero he de reconocer que mi relación con Dios no siempre ha sido muy estrecha. Cada vez que intento empezar a escribir en la primera página de mi diario, Pedro me viene a la cabeza. «¿Cómo es que no sé nada de él? Siempre me llama. Me dejó una nota para que supiera que estaba bien, pero ¿dónde se habrá metido? ¿Cuánto tardaré en tener noticias suyas?»
Con cada mensaje sin respuesta, me entra más y más miedo. Ha cambiado mucho, ahora se porta mejor.
Fe. ¿Le tengo demasiada fe a Pedro? ¿Cambiará si sigo teniendo fe en él?
Antes de darme cuenta estoy en la tercera página. Casi todo lo que he escrito me ha salido del corazón. Es como si me hubiera quitado un peso de encima al escribir sobre mi fe en Pedro. El profesor Soto anuncia que la clase ha terminado y Landon me habla de lo que ha escrito en el diario. Ha elegido escribir de la fe que tiene en sí mismo y en su futuro. Yo he escrito sobre Pedro sin pensarlo dos veces. No sé qué opinar al respecto.
El resto del día se me hace eterno porque sigo sin noticias de él. Lo he llamado tres veces más y le he escrito otros ocho mensajes y todavía no es ni la una. No hay respuesta. Me hace sentir muy mal, sobre todo después de haber estado escribiendo sobre la fe y sobre lo que siento por él, pero lo principal es que espero que no esté haciendo algo que nos haga daño a los dos.
Lo segundo que me viene a la cabeza es Molly. Es curioso cómo siempre aparece en mi mente cuando hay problemas. Bueno, más que curioso, persistente. Es como un fantasma que se aparece en mi cabeza, aunque sé que Pedro no me pondría los cuernos.
uy se puso buenísima, donde estará Pepe
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