Divina

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miércoles, 9 de diciembre de 2015

After 3 Capítulo 91


Pedro

Mientras Smith va de un lado a otro de su dormitorio, yo me quedo de pie en el umbral de la puerta y hago un inventario mental de toda la mierda que tiene ahí dentro. Joder, este crío está supermimado.

—¿Qué quieres hacer? —le pregunto al entrar en la habitación.

—No sé. —Se queda mirando la pared. Tiene el pelo rubio peinado de lado de manera tan perfecta que casi da miedo.

—Entonces, ¿para qué me has hecho subir?

—No sé. —Repite. ¡Menudo capullo cabezón!

—Vale..., mira, esto no nos lleva a ninguna... —No acabo la frase.

—¿Ahora vas a vivir aquí, con tu chica? —suelta Smith de golpe.

—No, sólo he venido a visitarla esta noche.

—¿Por qué? —Sus ojos me buscan. Los noto sin tan siquiera tener que mirarlo.

—Porque no quiero vivir aquí.

—¿Por qué? ¿No te gusta? —Pregunta.

—Sí, me gusta. —Me echo a reír—. Es sólo que..., no sé... ¿Por qué haces siempre tantas preguntas?

—No sé —responde simplemente, y saca una especie de tren de debajo de la cama.

—¿No tienes amigos con los que puedas jugar? —le pregunto.

—No.

Eso no me parece bien. Es un buen chaval.

—¿Por qué no?

Él se encoge de hombros y separa una pieza de la vía del tren. Sus pequeñas manos separan otra pieza más y sustituye la parte metálica por dos piezas de vía nueva de la caja que está a los pies de su cama.

—Estoy seguro de que puedes hacer amigos en el cole.

—No, no puedo.

—¿Los chicos del cole son unos capullos que se meten contigo o algo así? —pregunto.

Ni me molesto en corregir mi lenguaje. Vance tiene la boca de un jodido camionero. Estoy seguro de que el chico ha oído cosas peores.

—A veces. —Retuerce las puntas de algún tipo de cable y lo conecta a una pequeña locomotora.

El cable chisporrotea en sus manos pero él ni se inmuta. Al cabo de unos segundos el tren comienza a moverse por la vía, primero lentamente, para luego ir cogiendo velocidad.

—¿Qué ha sido eso? ¿Qué has hecho? —le pregunto.

—Hacer que vaya más rápido. Es que era muy lento.

—No me extraña que no tengas amigos. —Me echo a reír, pero enseguida me detengo. Mierda. Él está ahí sentado, mirando su tren—. Lo que quería decir es que eres muy listo; a veces a la gente lista se le da fatal lo de relacionarse y no le gusta a nadie. Como Pau, por ejemplo. A veces es demasiado lista y eso hace que la gente se sienta incómoda.

—Vale...

Levanta la cabeza y se me queda mirando fijamente, y no puedo evitar sentirme mal por él. Se me dan muy mal los consejos, y no sé ni por qué lo intento siquiera.

Yo sé lo que es crecer sin amigos. No tuve ninguno de niño, hasta que llegué a la pubertad y empecé a beber, a fumar maría y a quedar con gente de mierda. No eran exactamente amigos míos, de todos modos, sólo les gustaba porque yo hacía todo lo que me apetecía y eso era «guay» para ellos. No disfrutaban leyendo como yo lo hacía; sólo les gustaba salir de marcha.

Siempre fui el crío cabreado del rincón con quien nadie hablaba porque le tenían miedo. 

Hasta hoy, la cosa no ha cambiado mucho...

Pero entonces conocí a Pau; ella es la única persona a la que le importo de verdad. Aunque a veces también me teme. Imágenes de las Navidades y del vino rojo extendiéndose por su cárdigan blanco me hacen reaccionar. Sospecho que Landon también se preocupa por mí. Pero la situación con él aún resulta rara, y estoy bastante seguro de que se preocupa a causa de Pau. Ella tiende a tener ese tipo de poder sobre la gente.


Especialmente sobre mí.

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