Pedro
Gabriel’s es un bar pretencioso en una de las zonas más ricas de Hampstead. Era de esperar que Vance eligiera este sitio para verme. Dejo el coche de alquiler en el aparcamiento y camino hacia la puerta. Cuando entro en el bar de ambiente cargado, mis ojos inspeccionan las cuatro paredes. Sentado a una mesa redonda en un rincón del garito están Vance, Mike, Max y esa rubia. ¿Qué coño pinta aquí? Y, lo que es más importante, ¿qué hace Mike sentado junto a Vance como si menos de doce horas atrás no hubiera estado a punto de follarse a su prometida?
Aquí todo Dios lleva corbata menos yo. Espero haber dejado un rastro de mierda al entrar. Una camarera intenta hablar conmigo pero me la quito de encima y la dejo atrás.
— Pedro, me alegro de verte. —Max es el primero en levantarse y ofrecerme la mano para que se la estreche. Paso.
—Querías hablar, pues hablemos —le espeto a Vance cuando llego a la mesa. Se lleva la copa, llena hasta arriba, a la boca y se la bebe de un tirón.
La mirada de Mike permanece fija en la mesa y me cuesta un huevo no decirle que es un completo imbécil. Siempre ha sido un hombre tranquilo, el vecino del que te podías fiar, con el que se podía contar, al que mi madre siempre iba a pedirle leche y huevos.
—¿Qué tal el viaje? —chirría la voz de Sabrina.
La miro, alucinado de que se atreva a hablarme.
—¿Dónde has metido a tu esposa? —le pregunto a Max.
A su lado, a la rubia se le hiela la sonrisa en la cara excesivamente maquillada y empieza a darle vueltas a la copa de Martini vacía.
— Pedro... —dice Vance tratando de hacerme callar.
—Que te jodan —le ladro. Se pone en pie—. Estoy seguro de que su hija lo estará echando de menos mientras él se pasea por ahí luciendo a ese putón...
—Basta —dice Christian cogiéndome con delicadeza del brazo para intentar alejarme de la mesa. Me suelto de un empellón.
—¡No me toques!
El chillido de Stephanie consigue permear la rabia que empieza a desbordarse en mí.
—¡Eh! Ése no es modo de tratar a tu padre.
¿Está tonta? Mi padre está en Washington.
—¿Qué?
Sonríe.
—Ya me has oído. Deberías tratar a tu viejo con un poco más de respeto.
—¡Sasha! —Max la coge del brazo delgaducho con una fuerza brutal y casi la tira al suelo.
—Uy, ¿he dicho algo que no debía? —Su risa resuena en el bar. La muy imbécil.
Confuso, miro a Mike, que está pálido como un fantasma. Me parece que va a desmayarse en cualquier momento. La cabeza me da vueltas y miro a Vance, que está igual de pálido y que se revuelve nervioso.
«¿Por qué se ponen todos así sólo porque la idiota esa se haya confundido?»
—Cierra el pico. —Max se lleva a la mujer de la mesa y prácticamente la saca a rastras del bar.
—Ella no debería haberte dicho... —Vance se pasa la mano por el pelo—. Yo iba a... —Aprieta los puños.
¿Qué no debería haberme dicho ésa? ¿No debería haber hecho un comentario ridículo al respecto de que Vance es mi padre cuando todos saben que mi padre es...?
Miro al hombre frenético que tengo delante. Tiene los ojos verdes que echan chispas, se pasa la mano por el pelo sin parar...
Tardo un instante en darme cuenta de que mis manos están haciendo exactamente lo mismo.
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y llego el Fin del tercer libro Lectoras .......
mañana comienzo a subir el ultimo.... paso a comentar, cuenta con relatos tanto de Pau como Pedro y tiene PROLOGO, 80 CAPITULOS Y EPILOGO (con el paso de los años)
Nooo me muero que geniales @rociibell23
ResponderEliminarexcelente final
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