Divina

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martes, 8 de diciembre de 2015

After 3 Capítulo 86


Pau

Mientras voy de mi dormitorio al sofá con una copia de Cumbres borrascosas en la mano, Kimberly dice con una hermosa y amplia sonrisa:

—Estás de bajón, Pau, y como tu amiga y mentora, es mi responsabilidad sacarte de ahí.

Su cabello rubio es liso y brillante y su maquillaje demasiado perfecto. Es una de esas mujeres a las que el resto de las mujeres adoran odiar.

—¿Mentora? ¿En serio? —Me río y ella pone en blanco sus ojos sombreados.

—Vale, tal vez no una mentora, pero sí una amiga —se corrige.

—No estoy de bajón. Simplemente tengo un montón de trabajos que hacer, y no me apetece salir esta noche —alego.

—Tienes diecinueve años, chica, ¡actúa como tal! Cuando yo tenía diecinueve pasaba todo el tiempo fuera. Apenas aparecía por clase. Y tenía citas con chicos, con muchos muchos chicos —dice, mientras sus tacones repiquetean sobre el suelo de parquet.

—Así que eso hacías, ¿eh? —interviene Christian al entrar en la sala. Está desenrollando algún tipo de cinta de alrededor de sus manos.

—Ninguno tan maravilloso como tú, por supuesto. —Kim le guiña un ojo y él se ríe.

—Esto es lo que me pasa por salir con una mujer tan joven —dice él—. Tengo que competir con el recuerdo aún fresco de hombres en edad universitaria. —Sus ojos verdes brillan con humor.

—Oye, que yo no soy mucho más joven que tú —dice Kimberly dándole un golpecito en el pecho. —Doce años —señala él.

Ella pone los ojos en blanco.

—Sí, pero tu alma es joven. No como la de Pau, que se comporta como si tuviese cuarenta.

—Claro, cielo. —Tira la cinta usada a una papelera—. Ahora ve e ilumina a la chica sobre cómo no comportarse en la universidad. —Le dedica una última sonrisa, le da una palmada en el culo y desaparece, dejándola sonriendo de oreja a oreja.

—Quiero tantísimo a ese hombre... —me dice Kimberly, y yo asiento porque sé que es cierto—. De verdad que quería que salieses con nosotros esta noche. Christian y sus socios acaban de abrir un nuevo club de jazz en el centro. Es precioso y estoy segura de que lo pasarás muy bien.

—¿Christian tiene un club de jazz? —pregunto.

—Sólo ha invertido en él, así que en realidad no ha hecho ningún esfuerzo —susurra con una sonrisa ladina—. Tienen músicos invitados los sábados, una especie de noche de micrófono abierto o algo así con muchas actuaciones en directo.

Me encojo de hombros.

—¿Tal vez el finde que viene?

Lo último que quiero ahora mismo es vestirme de nuevo y salir a un club.

—Vale, el fin de semana que viene. Te tomo la palabra. Smith tampoco quiere venir. He intentado convencerlo, pero ya sabes cómo es. Me ha dado la charla sobre cómo el jazz no puede compararse con la música clásica. —Se echa a reír—. Así que su niñera llegará dentro de unas horas.

—Puedo vigilarlo yo —me ofrezco—. Al fin y al cabo, estaré aquí.

—No, cielo, no tienes que hacerlo.

—Lo sé, pero me apetece.

—Bueno, eso sería genial y mucho más sencillo. Por alguna razón, no le gusta su niñera.

—Yo tampoco le gusto mucho. —Me río.

—Cierto, pero él habla más contigo que con la mayor parte de la gente. —Se mira el anillo de compromiso en el dedo y después alza la vista hacia la foto de clase de Smith que cuelga sobre la repisa de la chimenea—. Es un niño muy dulce, pero tan reservado... —dice en voz baja, casi como una reflexión.

El timbre de la puerta suena entonces, rompiendo el momento.
Kimberly me mira con extrañeza.

—Vaya, ¿quién demonios vendrá en mitad de la tarde? —pregunta, como si yo pudiera conocer la respuesta.

Me quedo aquí de pie, mirando la preciosa foto de Smith que cuelga de la pared. Es un niño tan serio..., como un pequeño ingeniero, o un matemático.

—Bueno, bueno, bueno... ¡Mira quién ha venido! —exclama Kimberly desde la puerta.

Cuando me doy la vuelta para ver de qué está hablando, me quedo con la boca abierta.


—¡ Pedro! —Su nombre cae de mis labios sin pensarlo siquiera, y un inmediato subidón de adrenalina me hace cruzar la habitación. Mis calcetines hacen que me deslice sobre el parquet, casi consiguiendo que me caiga de bruces. En cuanto recupero el equilibrio salto sobre él y lo abrazo más fuerte de lo que lo he abrazado jamás.

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y se fue no mas!!! jajaja #PedroCabezaDura !!! 

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