Divina

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viernes, 4 de diciembre de 2015

After 3 Capítulo 59


Pedro

El amor es la emoción más importante que uno puede sentir. Ya sea amor por Dios o tu amor por otro, es la experiencia más poderosa, abrumadora e increíble. El momento en que comprendes que eres capaz de amar a alguien más aparte de a ti mismo es posiblemente el más importante de tu vida. Al menos, lo fue para mí. Amo a Pedro más que a mí misma, más que a nada en el mundo.

Mi teléfono vibra sobre la mesita de café por quinta vez en los últimos dos minutos. Finalmente decido contestar para poder mandarla a la mierda.

—¿Qué cojones quieres? —ladro contra el auricular.

—Es que...

—Suéltalo, Molly, no tengo tiempo para esta mierda.

—Es sobre Pau.

Me pongo en pie y el diario cae al suelo. Se me hiela la sangre.

—¿De qué diablos estás hablando?

—Ella está... Mira, no te vuelvas loco, pero Steph le ha echado algo en la bebida y Dan...

—¿Dónde estás?

—En la casa de la fraternidad.

En cuanto termina de pronunciar esas palabras, cuelgo el teléfono, cojo mis llaves y salgo corriendo del apartamento.

El corazón se me sale del pecho durante todo el trayecto. ¿Por qué coño tuve que buscarme un apartamento tan lejos del campus? Éste es, sin duda, el viaje de treinta kilómetros más largo de mi vida.

Steph le ha dado algo a Pau Pero ¿qué coño le pasa a esa tía? Y Dan..., el puto Dan es hombre muerto si le ha puesto un maldito dedo encima.

Me salto cada semáforo en rojo que veo e ignoro los flashes que indican que este mes me encontraré al menos cuatro multas en el buzón.

«Es Pau...»

La voz de Molly se repite en mi mente una y otra vez hasta que finalmente llego a la vieja casa de la fraternidad. Ni siquiera me molesto en apagar el motor. Mi coche es la última de mis preocupaciones ahora mismo. Multitud de idiotas hasta el culo de alcohol pululan por el salón y los pasillos y me abro paso a empujones hasta el piso superior en busca de Pau.

Mis manos se cierran alrededor de la pechera de la camisa de Nate en el momento en que lo veo y lo estampo contra la pared sin pensarlo siquiera.

—¿Dónde está?

—¡No lo sé! ¡No la he visto! —grita, y aflojo la presa.

—¿Dónde coño está Steph? —exijo saber.

—Está en el patio trasero..., creo... Hace rato que no la veo.

Lo suelto de un empujón y él trastabilla hacia atrás mientras me fulmina con la mirada.
Corro hacia el patio trasero presa del pánico. Si Pau está ahí fuera, en el frío, con Steph y Dan...

El rojo cabello de Steph brilla en la oscuridad, y no dudo en agarrarla por el cuello y la espalda de su abrigo de cuero y levantarla del suelo.
Ella empieza a agitar los brazos frenéticamente.

—¡Pero ¿qué coño...?!

—¡¿Dónde está?! —rujo con los puños llenos de cuero.

—No lo sé..., dímelo tú —escupe ella, y le doy la vuelta para mirarla a la cara.

—¿Dónde coño está?

—No vas a hacerme una mierda.

—Yo no estaría tan segura si fuese tú. Dime dónde coño está Pau... ¡ahora! —le grito a la cara.

Steph se encoge de miedo y su bravuconería se esfuma por un momento antes de que sacuda la cabeza.

—No sé dónde demonios está, pero probablemente a estas alturas ya se habrá desmayado.

—Eres una asquerosa zorra enferma. Si yo fuera tú, me largaría de aquí antes de que encuentre a Pau. ¡En cuanto sepa que está bien, no habrá nada que me impida venir a por ti!

Durante un momento considero la posibilidad de hacerle daño a Steph, pero sé que no podría. No puedo ni imaginar la reacción de Pau si golpeara a una mujer, incluso a una mala puta como Steph.

Giro sobre mis talones y vuelvo adentro. No tengo tiempo para juegos.

—¿Dónde está Dan Heard? —le pregunto a una chica rubia que veo sentada sola al pie de la escalera.

—¿Él? —pregunta ella, señalando con una uña pintada hacia el piso de arriba.

En vez de responder, subo corriendo los escalones de dos en dos. Dan no se da cuenta de mi presencia hasta que lo derribo, llevándome también a un par de personas por delante en el proceso. Le doy la vuelta en el suelo y luego lo inmovilizo, rodeándole el cuello con las manos.

«Jodido déjà vu.»

—¿Dónde coño está Pau? —Mis manos aprietan aún más.

La cara de Dan ya se está volviendo de un precioso tono rosado, y emite unos patéticos ruidos de ahogo en vez de contestar. Le clavo todavía más los dedos.

—Si le haces el más mínimo daño, te sacaré hasta el último aliento a golpes —lo amenazo.

Patalea y alzo la vista para mirar al tipo que estaba a su lado.

—¿Dónde está Paula Chaves? —le pregunto al chaval, que levanta las manos en señal de rendición.

—Yo no... no la conozco, tío, ¡lo juro! —grita el muy nenaza, echándose atrás mientras continúo estrangulando a su amigo.

La cara de Dan ha pasado de rosa a morado.

—¿Estás listo para decírmelo? —le pregunto.

Asiente frenéticamente.

—¡Pues habla de una puta vez! —grito soltándolo.

—Ella está... Zed —consigue articular junto con una tos profunda y asfixiada en el momento en que retiro las manos de su cuello.

—¿Zed? —Se me nubla la visión en el momento en que todos mis temores se materializan—. Él te ha metido en todo esto, ¿verdad?

—No. Zed no ha tenido nada que ver —interviene Molly, saliendo de una de las habitaciones del pasillo—. Nada de nada. O sea, él oyó a Steph hablando de hacer algo, pero nunca creyó que fuera en serio.

Miro a Molly con ojos de loco.

—¿Dónde está? ¿Dónde está Pau? —pregunto por enésima vez.

Cada segundo que paso sin verla es un segundo más en el que no sé si está a salvo, es otro golpe a mi cada vez más frágil cordura.

—No lo sé. Creo que se ha ido con Zed.

—¿Qué le han hecho? Cuéntamelo todo... ahora.

Me pongo en pie y dejo a Dan en el suelo pasándose las manos por el cuello mientras intenta recuperar el aliento.
Molly niega con la cabeza.

—No le han hecho nada; él los detuvo antes de que pudieran hacerlo.

—¿Él?

—Zed. Fui corriendo a buscarlos, a él y a Tristan, antes de que pudiera pasar nada. Steph estaba como loca, como si hubiera convencido a Dan para que violara a Pau o algo. Dijo que sólo iba a hacer que lo pareciera, pero no sé, estaba actuando como una psicópata.

—¿Violar a Pau? —Me atraganto. No—. Él... ¿la tocó?

—Un poco —contesta Molly con tristeza, y mira al suelo.

Vuelvo a mirar a Dan, que ahora está sentado. Mi bota colisiona con su cara e inmediatamente se desploma de nuevo en el suelo.

—¡Hostia puta! ¡Vas a matarlo! —chilla Molly.

—¡Como si te importara una mierda! —le suelto mientras trato de calibrar la fuerza con la que debería patearlo para provocarle un derrame cerebral permanente.

Tiene sangre saliéndole de la comisura de la boca y rodándole por la mejilla. Bien.

—Yo no..., en realidad me importa una mierda todo esto.

—Entonces ¿por qué me has llamado? Pensé que odiabas a Pau.

—Y la odio, créeme. Pero no podría quedarme sentada y dejar que alguien la violara.

—Bueno... —Estoy a punto de darle las gracias, pero enseguida recuerdo lo zorra que es, así que simplemente asiento y me largo en busca de Pau.

¿Qué hacía Zed aquí, para empezar? Ese cabronazo siempre aparece en el mejor momento..., en el momento exacto para hacerme parecer a mí un gilipollas, y ahora, una vez más, él ha sido su salvador.

A pesar de mis celos extremos, me siento aliviado de saber que Pau está lejos de Steph y de Dan y de sus enfermizos planes para vengarse de mí. Todo este follón es sólo un recordatorio de que cada cosa mala en la vida de Pau es por mi culpa. Si no hubiera puteado a la hermana de Dan, esto nunca habría ocurrido. Ahora Pau anda por ahí drogada y con Zed. Quién sabe qué intentará hacerle él.

Esto es..., así es como debe de sentirse uno en el infierno. Sabiendo que está metida en todo este lío por mi culpa. Podrían haberla violado por mi culpa...

Justo como en mi sueño..., y yo no estaba ahí para impedirlo, igual que no fui capaz de impedir que le ocurriera a mi madre.

Odio esto. Me odio tantísimo a mí mismo... Lo fastidio todo y a todo el mundo que entra en contacto conmigo. Soy veneno, y ella es el ángel lentamente erosionado por mi maldad, aferrándose a lo poco de sí misma que aún no he destruido.

—¡ Pedro! —Logan me alcanza al pie de la escalera.

—¿Sabes dónde están Pau y Zed? —Las palabras saben a ácido en mi lengua.

—Se han ido hará unos quince minutos. Pensé que irían directamente a tu casa —contesta. 

Así que Pau no le ha contado a nadie que hemos roto.

—Ella estaba... ¿estaba bien? —le pregunto, y contengo la respiración hasta que responde.

—No lo sé, estaba bastante ida. Le han dado benzodiacepinas.

—Joder. —Me tiro del cabello mientras me dirijo a la puerta principal—. Si tienes 
noticias de Zed antes de que lo encuentre, llámame —le pido.

Logan asiente y corro hasta el coche. Por suerte, nadie me lo ha robado. Sin embargo, alguien ha aprovechado la oportunidad de comportarse como un gilipollas, derramar una cerveza sobre el parabrisas y dejar el vaso vacío encima del capó. Malditos cabrones.

Llamo a Pau para al final simplemente murmurar en su buzón de voz:

—Coge el teléfono, por favor..., por favor, contesta, sólo una vez...

Sé que probablemente no puede contestarme ahora mismo, pero Zed podría coger el puto teléfono por ella. La idea de que Pau esté inconsciente sin que yo me encuentre cerca para protegerla me pone enfermo. Golpeo las manos contra el volante mientras salgo a la calle quemando rueda. Esto es un jodido desastre, y Pau está con Zed. No me fío de él más de lo que me fío de Dan o de Steph.

Bueno, eso no es del todo cierto, pero de todos modos no me fío. Para cuando por fin llego al apartamento de Zed, estoy hecho un mar de lágrimas. Literalmente me corren lágrimas por las mejillas, recordándome lo absolutamente jodido que estoy. Yo he permitido que esto ocurra, he dejado que la droguen y que casi la violen y la humillen. 

Debería haber estado ahí. Nadie se habría atrevido a intentar una mierda de haber estado yo allí. Seguro que debía de estar muerta de miedo...

Me seco mis ojos traidores con el dobladillo de la camiseta y aparco frente al apartamento de Zed. Su camioneta no está en su plaza...

«¿Dónde coño está? Y ¿dónde está ella?»

Intento contactar con Pau, luego con Zed, de nuevo con Pau, pero nadie contesta al teléfono. Como le haga algo estando ella desmayada, yo le haré algo aún peor de lo que jamás pueda imaginar.

«¿Adónde más podría ir Pau? ¿Con Landon?»

—¿ Pedro? —La voz medio dormida de Landon llega a través del teléfono y conecto el altavoz.

—¿Pau está ahí?

Él bosteza.

—No..., ¿tendría que estar?

—No, pero no la encuentro.

—¿Estás...? —Hace una pausa—. ¿Estás bien?

—Sí..., no. No lo estoy. No puedo encontrar a Pau y no sé dónde más buscar.

—¿Ella quiere que la encuentres? —pregunta en voz baja.

¿Quiere? Probablemente no, pero a estas alturas lo más seguro es que no pueda formar un pensamiento coherente. Esto son circunstancias excepcionales, por decirlo delicadamente.

—Tomaré tu silencio como un no, Pedro. Apostaría a que, si ella no quiere que la encuentres, irá al único sitio donde sabe que nunca la buscarás.

—A casa de su madre —gimo, dándome un puñetazo en el muslo por no haberlo pensado antes.

—Oh, y ahora que lo sabes..., ¿vas a ir?

—Sí.

«Pero ¿de verdad iba Zed a conducir dos horas para llevarla a casa de su madre?»

—¿Sabes cómo llegar?

—No exactamente, pero puedo acercarme a mi apartamento y coger la dirección.

—Espera, me parece que la tengo anotada en alguna parte... Pau se dejó algo del papeleo del traslado hace un tiempo. Deja que lo mire y vuelvo a llamarte.

—Gracias.

Espero con impaciencia y aparco en el primer sitio libre que encuentro. Miro a través de la ventanilla, con la vista fija en la oscuridad, luchando para que no me atrape. Tengo que concentrarme en encontrar a Pau y asegurarme de que está bien.

—¿Vas a contarme lo que está pasando? —pregunta Landon poco después al llamarme.

—Steph..., ¿te suena la pelirroja? Ha drogado a Pau.

Oigo a Landon reprimir un jadeo.

—Espera, ¿qué?

—Sí, es una situación jodidísima y yo no estaba allí para ayudarla, así que está con Zed—le explico.

—¿Está bien? —Landon suena al borde del pánico.

—No tengo ni puta idea.

Me limpio la nariz con la camiseta y Landon me da instrucciones para llegar a la casa familiar de Pau.


A su madre le dará algo cuando aparezca por allí, especialmente dadas las circunstancias, aunque no me importa. No tengo ni idea de qué demonios voy a hacer cuando llegue, pero tengo que verla y asegurarme de que está bien.

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Bueno ahora se aclaro quien era de verdad Steph (la que mando en mensaje y la que la drogo a Pau) MALDAD ABSOLUTA..  

1 comentario:

  1. super intensos, que turra Steph y que bueno que Pepe le dio una paliza a Dan

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