Pau
Logan me llama desde el otro lado de la cocina, pero cuando le queda claro que no puedo oírle, se me acerca.
—Es genial que hayas venido. ¡No sabía si lo harías! —dice con una gran sonrisa.
—No podía perderme mi propia fiesta de despedida —contesto alzando el vaso rojo que tengo entre las manos a modo de brindis.
—Te he echado de menos por aquí; hace tiempo que nadie estrangula a Molly.
Se ríe y echa la cabeza hacia atrás para verter un licor claro directamente de la botella a su boca. Se lo traga, parpadea y se aclara la garganta, sacudiendo la cabeza de una forma que me hace estremecer al pensar en lo mucho que debe de arderle.
—Siempre serás mi heroína por eso —bromea, y me ofrece la botella.
Niego con la cabeza y le muestro mi vaso medio vacío.
—Estoy segura de que no pasará mucho antes de que alguien más venga y vuelva a hacerlo — replico, y me tomo un momento para sonreír al imaginarlo.
—¡Oh, oh...! Hablando del rey de Roma... —dice Logan con la vista clavada en un punto a mi espalda.
No quiero volverme.
—¡¿Por qué?! —gimo en voz baja apoyando un codo en la encimera.
Cuando Logan, juguetón, vuelve a ofrecerme la botella, la acepto.
—Bebe. —Sonríe y se aleja, dejándome con la botella.
Molly aparece entonces en mi línea de visión y alza su vaso rojo a modo de saludo.
—Por mucho que me entristezca tu marcha —dice, con la voz engañosamente suave y dulce—, me alegro de no tener que volver a verte. Aunque echaré de menos a Pedro..., las cosas que ese chico puede hacer con la lengua...
Pongo los ojos en blanco mientras trato de pensar en una réplica, pero no lo consigo. Los celos me corren por las venas como el hielo y considero la idea de volver a estrangularla aquí mismo, ahora mismo.
—Oh, lárgate —digo por fin, y ella se echa a reír. Es un ruido insoportable, en serio.
—Oh, vamos, Pau. Fui tu primera enemiga en la facultad, eso debería contar para algo, ¿no? —Me guiña un ojo y hace chocar su cadera contra la mía al pasar por mi lado.
Esta fiesta ha sido una idea horrible; debería haberlo pensado mejor antes de venir a este sitio, especialmente sin Pedro. Steph ha desaparecido, y aunque Logan ha sido lo suficientemente majo como para hacerme compañía durante un minuto, ya ha encontrado a una chica más disponible que lo mantenga ocupado. Cuando veo a la chica por primera vez, está de perfil y parece pija y muy normal, pero cuando se vuelve y la veo de frente me quedo de piedra al comprobar que tiene la otra mitad de la cara llena de tatuajes.
«Ayyy.» Empiezo a preguntarme si serán permanentes mientras me sirvo otro trago.
Planeo acunar este vaso toda la noche y darle sorbitos muy lentamente. De otro modo, la fachada que he estado esforzándome por mantener se hará añicos y se derrumbará y acabaré siendo la pesada borracha que llora cada vez que alguien la mira.
Me obligo a dar una vuelta lenta alrededor de la casa en busca del cabello rojo de Steph, pero no aparece por ningún lado. Cuando por fin localizo la cara familiar de Nate, veo que él también se está trabajando a una chica y no quiero interrumpirlo. Me siento tan fuera de lugar... No sólo porque no acabo de encajar con esta gente, sino porque tengo la sensación de que, aunque esta fiesta haya sido bautizada como nuestra «fiesta de despedida», no creo que a nadie de los de aquí le importe si Pedro y yo desaparecemos. Quizá habrían mostrado más interés si él hubiera venido conmigo; después de todo, Pedro es su amigo.
Tras permanecer sentada junto a la encimera de la cocina durante casi una hora, por fin oigo la voz de Steph, que exclama:
—¡Estabas aquí!
A estas alturas ya me he comido todo un cuenco de pretzels y llevo dos copas. Me he estado debatiendo entre llamar o no a un taxi, pero ahora que Steph finalmente ha vuelto a aparecer, intentaré aguantar un poco más. Tristan, Molly y Dan están con ella, y me esfuerzo en mantener una expresión neutra.
Echo de menos a Pedro.
—¡Pensé que te habías ido o algo! —grito por encima de la música, intentando apartar de mi cabeza lo mal que me siento por estar aquí sin él.
Durante la última hora he estado luchando por mantenerme alejada de su dormitorio del primer piso; tengo tantas ganas de ir allí, de esconderme de la incómoda multitud, de recordar..., no sé. Mi mirada sigue gravitando hacia la escalera, y eso me está matando poco a poco.
—¡De eso, nada! Te he traído una copa. —Steph sonríe y coge el vaso que tengo en la mano. Lo reemplaza por otro idéntico lleno de un líquido rosa—. Vodka sour de cereza, ¡tachán! —chilla ante mi confusión.
Acto seguido, fuerza una risa incómoda mientras me llevo la copa a los labios.
—¡Por tu última fiesta con nosotros! —brinda, y multitud de extraños alzan sus copas al aire.
Molly mira hacia otro lado mientras yo echo la cabeza hacia atrás y permito que el dulce sabor de la cereza inunde mi boca.
—Justo a tiempo —le dice Molly a Steph, y me doy la vuelta rápidamente. No sé si quiero que la persona que acaba de llegar sea Pedro o no, pero mi dilema queda resuelto cuando Zed entra en la cocina vestido todo de negro.
Me quedo con la boca un poco abierta y me vuelvo hacia Steph.
—Me dijiste que no estaría aquí.
Lo último que necesito en este momento es otro recordatorio del lío en el que he convertido mi vida.
Ya me despedí de Zed y no estoy preparada para reabrir las heridas causadas por ser su amiga.
—Lo siento —dice ella encogiéndose de hombros—. Se acaba de presentar. No lo sabía. —Se inclina hacia Tristan.
Le dedico una mirada alentada por el alcohol.
—¿Estás segura de que esta fiesta es para mí?
Sé que sueno desagradecida, pero el hecho de que Steph haya invitado a Zed y a Molly realmente me molesta. Si Pedro hubiese venido, habría perdido la cabeza al ver aparecer a Zed en la cocina.
—¡Pues claro que lo es! Mira, siento mucho que esté aquí. Le diré que se mantenga apartado de ti —me asegura, y echa a caminar hacia Zed, pero la cojo del brazo.
—No, déjalo. No quiero ser borde. Está bien.
Zed está hablando con una chica rubia que lo sigue hasta la parte más alejada de la cocina. Le sonríe y ella se ríe, pero cuando alza la vista y nota mi presencia, su sonrisa se desvanece. Sus ojos van de Steph a Tristan, pero ambos evitan su mirada y abandonan la sala con Molly y Dan detrás. De nuevo, vuelvo a sentirme sola.
Observo mientras Zed se inclina y susurra algo en el oído de la chica rubia, tras lo cual ella sonríe y se aleja de él.
—Eh. —Zed sonríe con cierta torpeza y se balancea sobre los pies cuando llega a mi lado.
—Eh —contesto, y le doy otro sorbo a mi copa.
—No sabía que estarías aquí —decimos al mismo tiempo, y entonces nos echamos a reír incómodos.
Él sonríe y dice:
—Tú primero.
Me siento aliviada de que no parezca guardarme rencor.
—Decía que no tenía ni idea de que fueras a venir.
—Y yo no tenía ni idea de que fueras a venir tú.
—Eso pensaba. Steph no deja de decir que esto es una especie de fiesta de despedida para mí, pero ahora estoy más que segura de que lo dice para quedar bien.
Doy otro sorbo. El vodka sour de cereza es mucho más fuerte que las otras dos copas que ya he tomado.
—Tú... ¿has venido con Steph? —pregunta acercándose.
—Sí. Pedro no está aquí, si es eso lo que te estás preguntando.
—No, yo... —Sus ojos descienden hasta mi mano cuando dejo el vaso en la encimera—. ¿Qué estás tomando?
—Vodka sour de cereza, ¿no es irónico? —contesto, pero él no se ríe. Eso me sorprende, puesto que es su bebida favorita.
Su rostro se retuerce en un gesto de confusión mientras mira alternativamente mi cara y el vaso.
—¿Steph te ha dado eso? —Su tono es serio..., demasiado serio..., y mi mente va lenta, demasiado lenta.
—Sí..., ¿por?
—Joder.
Coge el vaso de la encimera.
—Quédate aquí —me ordena, y yo asiento lentamente.
Cada vez noto la cabeza más espesa. Intento concentrarme en Zed mientras desaparece de la cocina, pero me distraigo por la forma en que las luces giran y giran sobre mi cabeza.
Las luces son tan bonitas, tan hipnóticas por la manera en que bailotean sobre las cabezas de la gente... ¿Las luces bailotean? Lo hacen..., y yo debo bailar.
«No, debo sentarme.»
Me apoyo en la encimera y me concentro en la pared combada, en la forma en que se tuerce y se retuerce, doblándose bajo las luces que brillan sobre las cabezas de la gente... ¿o brillan sobre la gente que baila? Sea como sea, es bonito... y también desorienta..., y la verdad es que no estoy segura de lo que está pasando.
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