Divina

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martes, 1 de diciembre de 2015

After 3 Capítulo 40


Pedro

Quería herirla, quería que se sintiera como una mierda, como yo me he sentido cuando he levantado la vista de la mesa y la he visto riéndose. Estaba partiéndose el culo cuando debería haber estado sentada delante de mí esforzándose por llamar mi atención. Actuaba como si no le importara en absoluto que me estuviera acercando a Lillian. Estaba demasiado concentrada en el puto camarero y en lo que cojones le estuviera diciendo.

Así que mi cabeza ha empezado a rebuscar pensamientos detestables con la intención de escoger alguno que acabase con ella. Me ha venido a la mente la frase que Lillian me ha dicho esta mañana y ha avivado mi furia, así que la he soltado sin pensar: «Existe una gran diferencia entre no ser capaz de vivir sin alguien y amarlo».

Casi me dan ganas de retirar mis palabras... Casi. Se las merece. De verdad que se las merece. No debería haber dicho que no quería que fuera a Seattle con ella. Me ha dicho que me he vuelto contra ella, y eso no es cierto. Estoy aquí para ella, de su parte. Es ella la que intenta dejarme cada vez que tiene una puta oportunidad.

—Me largo —anuncio cuando llego a la mesa.

Seis pares de ojos me miran, y Landon pone los suyos en blanco antes de volverse hacia la puerta.

—Está fuera —le digo con tono sarcástico.

Por mí puede salir ahí y tratarla con guantes de seda si quiere; desde luego, yo no voy a hacerlo. —¿Qué le has hecho esta vez? —se atreve a preguntarme delante de todo el mundo. Lo fulmino con la mirada.

—Métete en tus malditos asuntos.

Pedro —me advierte mi padre. Él también, no... Parece ser que todo el puto mundo está en mi contra. Más le vale a mi padre no soltarme ningún sermón.

—Me voy contigo —dice Lillian poniéndose de pie.

—No —le espeto, pero no me hace caso y me sigue mientras recorro el restaurante y salgo por la puerta.

—¿Qué narices ha pasado? —pregunta cuando salimos.

Sin aminorar el ritmo, grito por encima del hombro:

—¡Que estaba ahí fuera con ese puto tío, eso es lo que ha pasado!

—¿Y bien? ¿Qué te ha dicho cuando le has explicado que no soy una amenaza?

Tropieza ligeramente con sus altos tacones, pero no me paro para ayudarla mientras intento decidir adónde coño ir. Sabía que debería haber venido hasta aquí en mi propio coche, pero no, Pau tenía que salirse con la suya. Como de costumbre.

—No se lo he contado.

—¿Por qué no? ¿Sabes qué estará pensando en estos momentos?

—Me importa una mierda lo que piense. Espero que piense que estoy follando contigo.
Se detiene.

—¿Por qué? Si la quieres, ¿por qué ibas a querer que pensara eso?

Genial. Ahora Lillian también se pone contra mí. Me vuelvo hacia ella. —Porque tiene que aprender que...
Levanta una mano.

—Para. No sigas por ahí porque ella no tiene que «aprender» nada. Tengo la impresión de que eres tú el que tiene que aprender algo. ¿Qué le has dicho a la pobre chica?

—Le he dicho lo que me has dicho tú esta mañana sobre que hay una diferencia entre no ser capaz de vivir sin alguien y amarlo —le respondo.

Ella sacude la cabeza confundida.

—¿Le has dicho eso refiriéndote a que no puedes vivir sin ella pero que no la quieres?

—Sí, te lo acabo de decir.

Será mejor que Pau Dos se pire porque me está poniendo de los nervios, igual que la original. —Vaya cagada —dice, y se echa a reír.

«Y ¿encima se ríe de mí?»

—¿Qué tiene tanta gracia? —digo prácticamente gritando.

—No tienes ni idea —se burla ella—. Cuando te he dicho eso esta mañana no me estaba refiriendo a ti. Estaba hablando de ella. Quería decir que sólo porque creas que ella no puede vivir sin ti no significa que te ame.

—¿Qué?

—Das por hecho que está tan loca por ti que no te va a dejar porque no puede vivir sin ti, cuando en realidad parece que lo que sucede es que la tienes atrapada y por eso no puede dejarte; no porque te quiera, sino porque has hecho que sienta que no puede estar sin ti.

—No..., ella me quiere. —Sé que me quiere, y por eso sé que aparecerá buscándome de un momento a otro.

Lillian extiende los brazos.

—¿Ah, sí? ¿Por qué iba a quererte cuando haces cosas para herirla a propósito?

Ya he tenido suficiente.

—Tú no estás en posición de sermonear a nadie. —Extiendo los brazos en el aire con tanta furia como ella hace un momento—. ¡Probablemente tu novia se esté follando a otra persona mientras tú estás aquí intentando mediar entre Pau y yo como si fueras un consejero matrimonial! —bramo.

Lillian abre unos ojos como platos y empieza a retroceder... del mismo modo que Pau lo ha hecho hace tan sólo unos minutos. Sus ojos azules comienzan a llenarse de lágrimas que brillan en la oscuridad. Sacude la cabeza y pone rumbo al aparcamiento del restaurante.

—¡¿Adónde vas?! —grito a través del viento.

—Adentro. Puede que Pau sea tan idiota como para aguantarte, pero yo no.

Por un instante casi sigo a esta chica a la que consideraba mi... ¿amiga? No lo sé, pero sentía que podía confiar en ella a pesar de que la conocí ayer.


A la mierda: no pienso seguir a nadie. Ni a Pau ni a Pau Dos. Por mí pueden irse al infierno. No necesito a ninguna de ellas.

1 comentario:

  1. uy que lio se armo por el carácter de Pepe ahora va tener que remarla hasta el año que viene

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