Pau
La mañana llega enseguida y, cuando me despierto, estoy sola en la cama. El lado vacío del colchón aún conserva la huella del cuerpo de Pedro, así que seguramente hace poco que se ha levantado.
En ese momento, entra en la habitación con una taza de café en la mano.
—Buenos días —me dice cuando se da cuenta de que estoy despierta.
—Hola.
Tengo la garganta cerrada y seca. Me tenso al recordar a Pedro entrando y saliendo de mi boca con furiosas embestidas.
—¿Te encuentras bien?
Deja la taza de café humeante sobre la cómoda y se acerca a la cama. Se sienta a mi lado, en el borde del colchón.
—Cuéntame —añade con calma cuando ve que tardo en responder.
—Sí, sólo dolorida.
Estiro los brazos y las piernas. Sí..., estoy dolorida.
—¿Adónde has ido?
—He ido a por café, y tenía que llamar a Landon para decirle que no volveré hoy —me cuenta—. Eso si todavía quieres que me quede.
—Quiero —asiento—. Pero ¿por qué se lo tienes que decir a Landon?
Pedro se pasa una mano por el pelo y sus ojos se concentran en interpretar la expresión de mi cara. Siento que hay algo que se me escapa.
—Cuéntame —digo usando sus mismas palabras.
—Está haciendo de canguro de tu padre.
—¿Por qué?
«¿Por qué iba a necesitar mi padre un canguro?»
—Tu padre está intentando permanecer sobrio, por eso. Y no soy tan estúpido como para dejarlo solo en ese apartamento.
—Tienes alcohol allí, ¿verdad?
—No, lo tiré. Dejemos el tema, ¿vale? —Su tono ya no es amable, es insistente y está claramente al límite.
—No voy a dejar el tema. ¿Hay algo que deba saber? Porque vuelvo a sentirme como si me quedara fuera de alguna cosa.
Cruzo los brazos sobre el pecho y él inspira profunda y dramáticamente, cerrando los ojos mientras lo hace.
—Sí, hay algo que no sabes, pero te suplico que, por favor, confíes en mí, ¿vale?
—¿Es malo? —pregunto aterrorizada por las posibilidades.
—Confía en mí, ¿de acuerdo?
—¿Que confíe en ti para hacer qué?
—Que confíes en que voy a encargarme de esta mierda para que, cuando te cuente lo que ha pasado, ya ni siquiera importe. Ya bastante tienes encima ahora; por favor, confía en mí para resolver esto. Déjame hacerlo por ti y olvídalo —me insta.
La paranoia y el pánico que suelen acompañar a este tipo de situaciones palpitan en mi interior, y estoy a punto de quitarle el móvil a Pedro y llamar a Landon yo misma. Su mirada, sin embargo, me detiene. Me está pidiendo que confíe en él, que confíe en que solucionará lo que sea que esté pasando y, para ser sincera, por mucho que quiera saber de qué se trata, no creo que pudiera asumir ni un solo problema más de los que ya tengo ahora mismo.
—Vale —suspiro.
Frunce el ceño y ladea la cabeza. Está alucinado de lo fácil que ha sido convencerme para que no me meta, estoy segura.
—Sí. Haré todo lo que pueda para no preocuparme por lo que pasa con mi padre si me prometes que es mejor para mí no saberlo.
—Lo prometo—. Asiente.
Lo creo, más o menos.
—Vale. —Ultimo el acuerdo con esa palabra y hago cuanto está en mi mano para quitarme de la cabeza la necesidad obsesiva que tengo de saber qué está pasando.
Necesito confiarle esto a Pedro. Necesito confiarle la decisión que he tomado. Si no soy capaz de confiarle esto, ¿cómo voy a pensar en un futuro común?
Suspiro, y Pedro sonríe al ver que consiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario