Divina

Divina

viernes, 29 de julio de 2016

Divina Capitulo 55



Día 5:

Enero:

Esa mañana, me desperté con los besos de Pepe, otra vez.
Sonriendo, me removí pegándome a él de manera sugerente. Desde ya, tenía que decir que podría acostumbrarme a este tipo de despertar, sin problemas.

—No hagas eso. – dijo con voz ronca en mi oído. —Me dan ganas y no quiero hacerte mal.

—No me duele nada. – le dije sincera, mientras me daba vuelta, incorporándome en un codo, y lo besaba en los labios.

—¿No? – preguntó casi jadeando, cuando empecé a bajar la mano por dentro de la sábana. Negué con la cabeza y me subí a él a horcajadas.

Pasó las manos por mi espalda elevando la cadera y gemí de placer al sentirlo.
Esta vez fui yo la que se inclinó y buscó un condón en el cajón. El, no esperó para ponérselo y me miró con los ojos ardientes. M e levanté despacio para dejarme
caer muy despacio, dejándolo entrar muy lentamente.
Nos quedamos quietos acostumbrándonos a la sensación y soltamos el aire en gemidos. Se sentía tan bien...

Acarició mis piernas, hasta llegar a mi trasero y apretarlo con fuerza, acercándome más a él. Llegando más adentro.

No pude seguir esperando y empecé a moverme hacia delante y atrás, arriba y abajo con Pedro que también marcaba un ritmo constante. La cama hacía unos
ruidos terribles. Mezcla estar arrastrándose en el piso, y de resortes cediendo, cada vez que nos sacudíamos.

Sin poder controlarme, todo mi cuerpo se aceleró y gemí con más fuerza. Diría que casi grité. Le encantaba escucharme, así que me dejé llevar.

La velocidad aumentó, y ya los dos nos pusimos bastante ruidosos, pero no nos importó. Casi al mismo tiempo, explotamos, entre jadeos incomprensibles, en los que decíamos el nombre del otro entre gruñidos.
Las respiraciones iban volviendo a la normalidad, mientras nos mimábamos un rato y nos decíamos cosas lindas.

Después de lo que nos habíamos dicho la noche anterior, acordamos dejar el tema. Según él, haría hasta lo imposible por quedarse. Pero yo, en el fondo, albergaba mis dudas.
Sea como sea, no pensaba arruinar los días que nos quedaban.

Después de bañarnos, cambiarnos y desayunar, teníamos que subirnos al micro para ir a la siguiente excursión.

Estábamos sentados lo más tranquilos, cuando Gastón, uno de nuestros compañeros, dijo a los gritos.

—Chicos, un aplauso para los de la 302. – Ja! Éramos nosotros. —¡Que buena manera de empezar el añooo!

Pepe puso los ojos en blanco, mientras yo escondía la cara detrás de mis manos muerta de vergüenza, y todos aplaudían y silbaban. Nos habían escuchado en
todo el hotel.
Esas eran las cosas que tenían los viajes de egresados...

Cuando llegamos, nos subimos de a dos en cuatriciclos, y después de tontear entre todos, hicimos carreras hasta donde se suponía que teníamos que almorzar.

Por la tarde, nos habían llevado a jugar al Paintball. Nos separamos en dos grupos y nos atacamos con balas de pintura vestidos con unos trajes enterizos
camuflados y cascos.

A M ay, la habían atacado entre varios, y le habían disparado una zona en especial de su cuerpo por la que era muy famosa, que ahora tenía de todos colores. Su trasero era una obra de arte abstracta.

Facu, me había pegado en un pie, mientras escapaba corriendo, haciendo que me tropezara y me cayera de manera cómica en plena tierra.

Pepe, para “vengarme”, le había pegado una en el brazo, así que terminó por soltar el arma, quejándose de dolor. Pero también terminó cayendo cuando Juan, le pegó una por la espalda mientras bromeaba con que él me había visto primero.

Muertos de risa y hechos un asco, nos cambiamos a nuestra ropa y partimos al hotel para ponernos lindos, cenar y salir.

Aun con cascos y ropa especial, teníamos restos de pintura por todas partes, así que tendríamos que pasarnos un rato en la ducha.

Y aun mejor, si nos bañábamos juntos. Entre besos, y risas, nos quitamos la ropa sucia y la tiramos a un rincón. Pedro me alzó por los muslos y nos metimos
bajo la lluvia. Obviamente, después de un rato, la temperatura volvía a subir y perdíamos el control.

Esta vez, con suerte, no se habría escuchado tanto nuestro encuentro, por el sonido que hacía el agua. Bueno, eso esperaba.

Cenamos comparando las heridas de guerra que tenía cada uno de la batalla de la tarde. Si, dolían y dejaban marcas además. Hicimos previa en la habitación de Juan, que tenía –quien sabe de donde-, una botella de vodka y jugo para mezclar. Desapareció en pocos minutos mientras de fondo sonaba cumbia y comenzábamos la fiesta.
Esa noche nos tocaba Cerebro.


Una vez adentro, habíamos mezclado tantos tragos que no sabíamos bien que pasaba a nuestro alrededor. El animador estaba vestido con un traje lleno de luces y un casco, y además de bailar en un escenario al frente, nos iluminaba con un láser dejándonos ciegos. Obviamente en el desenfreno que traíamos, nos parecía de lo más gracioso.

Nos pusimos a bailar todos con todos, y de alguna forma, terminé entre Juan y Gastón que en una especie de sándwich humano, nos moríamos de risa tratando de no caernos a medida que inventábamos pasos.

Escuché que otro grupo de mis compañeros aplaudía y silbaba y me giré para ver de que se tratara.

M eli, tenía agarrado a Pepe del rostro y lo estaba besando mientras él luchaba para soltarse. Me quedé con la boca abierta hasta que pude reaccionar, y me fui hecha una furia.

—¿Qué hacés, idiota? – ok, esa no es la palabra que había usado en realidad, pero la idea era la misma.

La sujeté de los hombros y se la saqué de encima con un empujón. Veía rojo. Borracha y furiosa no era una buena combinación.
La chica se reía y tambaleaba.

—Estábamos jugando, Pau. – se encogió de hombros con una sonrisita burlona.

—Yo no estaba jugando a nada. – se defendió Pepe, mirándola mal, mientras se limpiaba ese asqueroso beso con el dorso de la mano.

—No entiendo por qué tanto escándalo. – dijo M eli riéndose. —En tercero siempre nos dábamos besos. ¿No te acordás?

Lo siguiente que supe fue que Pedro me sujetaba por la cintura separándome de mi compañera a la que tenía agarrada del pelo. Juan hacía lo mismo con ella, que tenía la cara de lanzar patadas al aire.

—¡Pará, Pau! – decía mi novio, conteniendo la risa, pero yo lo empujaba para soltarme.

M ay, que recién se acercaba, preguntó que había pasado y Facu, que estaba filmándolo con el celular, la puso al tanto.

—¡Hija de puta! – gritó mi amiga, sumándose al lío repartiendo manotazos. Su novio tuvo que soltar el teléfono y atajarla para que no matara a M eli.

Los chicos terminaron sacándonos del boliche para que no fueran echarnos a todos.
Nos volvimos al hotel caminando, y hechas un desastre. Despeinadas, con la ropa mal puesta y el maquillaje corrido.
Obviamente al vernos en semejante estado, habíamos estallado en carcajadas.

—M uy femeninas. – se rió Facu cuando nos subíamos al ascensor.

—Le pasa por gata. – dijo M ay levantando la barbilla.

—La agarraron entre dos. – se rió mi novio. —Y bueno... vos Pau sos chiquitita. – me dijo con besito en la mejilla. —Pero vos M ayra, le sacas una cabeza a la mina. La ibas a matar.

—GATA – dijimos las dos a coro.

Entre risas y bromas, llegamos al tercero y nos despedimos para entrar cada uno a su habitación.

Apenas entramos, Pepe me tomó en brazos y me empujó a la cama haciéndonos rebotar al caer juntos. Su boca se fue directamente a mi cuello en donde me
susurró.

—M e encanta que te pongas así de celosa. – jadeó, y me desprendió el vestido sin problemas. Yo me reí y empecé a sacarle la camisa.

—Odié que otra te diera un beso. – le susurré de cerca mordiéndole el labio con fuerza, haciéndolo gemir.

—Solamente te quiero besar a vos. – respondió alzándome de la cintura hasta que quedamos los dos sentados en la cama, yo por encima.

—Y yo a vos. – dije como pude, con un hilo de voz, mientras cerraba los ojos. Se aferró a mi cadera, meciéndome y acercándome más a él.

Nos volvimos a besar, con urgencia, terminándonos de desvestir a toda velocidad.
En un instante estábamos perdiéndonos en el otro, despertando seguramente a todo el piso del hotel.


1 comentario: