Diciembre:
Los primeros días de diciembre, se pasaron rapidísimo.
Terminamos de cursar, y Pepe empezó a entrenar para el
Campeonato de Fútbol de verano, así que no nos estábamos viendo como antes.
M ay, estaba con Facu, y como ninguno de los dos tenía que
rendir ninguna materia, tenían los días enteros para ellos solos. Ya lo había
presentado en su casa, así
que se visitaban con frecuencia, o se quedaban a comer en la
casa del otro casi siempre.
Y yo, me la pasé preparándome para rendir.
Iba a casa de Fede después del mediodía, y mientras
cuidábamos de Gabriel, nos reíamos, charlábamos y hasta cocinábamos juntos.
Luego, cuando su hermano se
dormía, nos poníamos a estudiar.
Cosa que realmente hacíamos. Una media hora...
Después él ponía el disco de The Black Keys, y nos
quedábamos abrazados en el sillón besándonos como locos. Nuestra canción era
“The Only One”, pero
también nos gustaban “Never Give You up” y “These days”.
Y cuando no estábamos besándonos, que era casi siempre, nos
poníamos a conversar. El decía que solo conmigo podía hablar de algunas cosas,
porque se sentía
cómodo, y en confianza.
M e contó que su madre estaba saliendo con otro hombre desde
hacía un tiempo, él lo había conocido y le había caído bien. Su padre la había
engañado millones de
veces, y algunas, hasta él lo había descubierto.
Yo lo escuchaba sorprendida y angustiada de que hubiera
tenido que pasar por cosas así.
M e contó también que solo había tenido sentimientos fuertes
por una persona, y que según creía, nunca había llegado realmente a enamorarse.
El corazón me galopaba en el pecho. Para mí solo había
existido él, y deseaba con todas las fuerzas que si él llegaba a sentir amor
alguna vez, me amara a mí.
El día que rendía los exámenes, me acompañó para darme
fuerzas, y se quedó esperándome afuera hasta que saliera.
La mesa de M atemáticas y la de Historia, estaban formadas
cada una por cuatro profesores, y entre todos, buscaban hundirte. Esa era la
verdad. M e habían
tomado cosas que estaban en los apuntes, pero que en clases
no habíamos llegado a ver.
Después de mucho luchar, me aprobaron. No podía creerlo.
Salí dando gritos y Fede me abrazó casi al vuelo haciéndome
girar. Así como en las películas.
—M e pusieron un 6. – anuncié con emoción.
—Felicitaciones, peque. – me dijo dándome su mejor sonrisa,
acompañada de uno de esos besos que hacen que me falle la respiración. —Hay que
festejar.
M e llevó a comer afuera, y aunque hubiera parecido super
romántico, no lo fue tanto. Fue mucho mejor.
Teníamos que llevarlo a Gabriel, así que elegimos un lugar
de comida rápida que tenía pelotero, y a escondidas de los guardias, nos
metimos nosotros también.
Nos dolía la panza de tanto reírnos. Gabi me había dado un
pelotazo en el ojo, y yo le había acertado a la boca de mi novio.
—Ahora no te voy a poder dar besos. – dijo exagerando con
una mano sobre los labios. – y aunque sabía que bromeaba, le había hecho
bastante daño. Hasta sangre
le había salido.
—Te tendrías que poner hielo. – le dije muerta de risa.
—Tendrías que ponerme hielo vos, que sos la que me hirió. –
me sujetó por la cintura acercándome a su cuerpo, y me hablo al oído. —¿Querés
hacer de enfermera,
conmigo? – su voz había salido baja y ronca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario