Agosto:
Las clases ya habían comenzado a fines de Julio, y cuando
quisimos darnos cuenta, teníamos los primeros exámenes de la segunda etapa casi
encima.
Esta vez, nos había agarrado más cansados, así que no nos
habíamos enloquecido tanto estudiando. Repasamos un poco, y leímos el nuevo
material, pero nada
más.
Demasiado teníamos con Educación Física.
Por fin habíamos dejado de jugar al Handball, pero ahora
practicábamos atletismo. Corríamos y corríamos alrededor del patio.
Con M ay, nos ganamos varios retos por correr de brazos
cruzados. Es que el rebote, nos hacía doler demasiado los pechos y no
aguantábamos. Así que optamos
por correr más despacio, y hacer el mínimo esfuerzo para
llegar al 6.
Pepe, se burlaba de nosotras y nos decía que era culpa
nuestra, por tener tetas tan grandes. Después de que le levantáramos el dedo
medio y lo mandáramos a la
mierda, ahora más serio, nos había sugerido ponernos un top
ajustado debajo, ya que no teníamos corpiño de deporte.
Y con ese consejo, íbamos tirando.
La semana de evaluaciones pasó sin estrés, casi sin pena ni
gloria, y dentro de todo, creíamos que no nos había ido tan mal.
Estábamos distraídos con otras cuestiones. M ay, estaba
viéndose de nuevo con Facu, y cada tanto salían solos al cine, o a comer.
Parecía que el chico finalmente
quería ir más en serio y ella se estaba enganchando.
En los recreos estaban juntos, sin importarles los que otros
pudieran decir. Estaban en su burbuja y parecían estar bien.
No usaban todavía las palabras “novio”, “novia”, ni se
decían que se querían. Seguían yendo despacio. Al menos en ese sentido.
M i amiga nos había contado que el fin de semana pasado,
había ido a la casa del chico, porque la tenía para él solo.
Obviamente, habían estado dos segundos en la sala, y después
se habían encerrado en su cuarto para matarse a besos.
Por poco me da un infarto, pero ella se apuró a aclarar que
nada había pasado.
Un par de besos, él le había tocado la cola, y ella le había
dejado un chupetón en el cuello. Bueno, y otro en el pecho, pero ese no se veía
con el uniforme.
Los dos se tenían ganas, pero todavía no estaban listos para
dar ese paso.
Pepe, se había enterado que Romi, otra de nuestras
compañeras hacía tiempo que lo miraba con interés. A él mucho no le gustaba,
pero para divertirse un rato,
no estaba mal.
Y yo, yo estaba en las nubes.
Ahora Fede me saludaba en el colegio cada vez que me veía,
con un beso en la mejilla. De hecho, algunos días se quedaba un ratito más y
cruzábamos dos o tres
palabras más que ese hola.
Los mensajes en el Whatsapp cada vez se hacían más
frecuentes, y cada vez más interesantes.
Habíamos estado conversando por horas de cualquier cosa en
horario de clases, y me dijo.
“Debería estar prestando atención a clases... pero no
puedo.”
“Te distraigo?” – le pregunté mientras sonreía como
boba.
“Todo el tiempo. Hace días que no puedo pensar en nada ni
nadie más.”
Sofoqué un grito tapándome apenas la boca para que la
profesora no me escuchara.
“Es que estamos casi todo el día, todos los días
escribiéndonos.”
“No debería”
M iré el teléfono confundida. ¿No debería? ¿Por qué?
“¿No deberías escribirme?”
M e quedé mirando desesperada a que me respondiera.
“No debería distraerme en clases, no debería escribirte,
no debería pensar tanto en vos y no deberías gustarme tanto”
¿Le gustaba? ¿Le gustaba tanto? Sonreí y miré a M ay para
que supiera que estaba a punto de mandarle un mensaje. Copié y pegué todo en el
grupo en donde
estaban mis amigos para que leyeran la conversación.
Ella chilló emocionada y me mandó una seguidilla de caritas
festejando, mientras la profesora de Italiano daba clases, ajena a la cantidad
de cosas que estaban
pasando.
“Respondele!!!” – me escribió mi amiga.
Y eso hice.
“¿Por qué no? Yo también pienso mucho en vos y me
gustas.”
Ya está. M e había animado y le había dicho. Sentía una
mezcla de vértigo y adrenalina que me estaba dando nauseas.
“Porque estas en 5to... y porque por lo poco que te
conozco, me doy cuenta de que sos una chica con la que tendría que ponerme de
novio. No sos una más.”
M e derretí hasta el piso y quedé hecha un charco de Pau.
M i amiga al leerlo, se llevó una mano al pecho y me mandó
un corazón flechado al chat.
Pepe, que estaba leyendo con el teléfono bajo su mesa para
que no la profesora no lo notara, me miró e hizo un gesto de vomitar.
“De verdad le crees todo eso? Es para que vos le digas
que no querés un novio, y así él se divierte, hace con vos lo que tiene ganas y
te boludea.”
Ante esa respuesta, M ay saltó como leche hervida.
“O sea que Facu me está boludeando?”
Desesperado, buscó justificarse y le susurró que no era lo
mismo. Que a Facu lo conocíamos y sabíamos que él lo hacía por tímido... y que
se estaba tomando su
tiempo para conocerla, pero mi amiga estaba demasiado
ofendida como para escucharlo.
Después de que la profesora nos regañara por no prestar
atención, me quedé pensando una respuesta para darle a Fede. Pepe podía tener
razón.
“Y vos no querés estar de novio otra vez?” – pensé
antes de dar enviar, pero me dije que era mejor saberlo cuanto antes. Suspiré y
lo envié.
“No, este año no. Me voy de viaje de egresados en
diciembre, y empiezo el cursillo de la facultad en febrero... no voy a tener
tiempo ni ganas. Ojalá hubiéramos
empezado a hablar antes, Pau.”
Esa respuesta no me gustó ni un poco. M e sonaban a puras
excusas como mi amigo me había sugerido, y toda la emoción que había sentido
con los otros mensajes,
se me fue de golpe, dejándome abatida.
No tenía ganas de seguir escribiéndole.
Yo sabía lo que significaba el viaje de egresados. Todos los
que habían ido, decían que eran unos cuantos días de mucha fiesta y descontrol.
Sin dudas, no era un
ambiente para quien estaba de novio y quería ser fiel. Era
para ir con amigos, y conocer... gente para divertirse mientras se estaba allí.
Pero estábamos a agosto... faltaba tanto.
Cerré la carpeta con violencia y me quedé pensando en el
asunto y dándole vueltas a cada palabra que me había dicho hasta entonces.
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