Divina

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miércoles, 20 de julio de 2016

Divina Capitulo 26



6to Año

(Agenda de Pau, actividades por mes)

Enero:
Vacaciones con May en Villa Carlos Paz.
Vuelve Pedro.
Vuelve Fede.

Febrero:
S alida con amigos.
Mi cumple.


Marzo:
 Fiesta de Fede.
Empiezan las clases.
Reunión para la remera de la Promoción.


Abril:
Fiesta del Colegio S an José
Exámenes.
Ir al cine: Divergente


Mayo:
Fiesta del Colegio Jesús María
Calificaciones de los primeros exámenes

Junio:
Parciales


Julio:
Vacaciones
Orientación Vocacional
Cumple Pedro
Comprar el vestido para mi Graduación.

Agosto:
Fiesta del Colegio Manuel Belgrano
Exámenes


S eptiembre:
Día del Estudiante

Día del Estudiante
Calificaciones de los segundos exámenes
Fiesta para recaudar fondos

Octubre:
Fiesta despedida de 6to

Noviembre:
Parciales
Colación, Entrega de Diplomas
Fiesta de Graduación

Diciembre:
Navidad
Año Nuevo
¡¡¡BARILOCHE!!!



Enero:

Como había aprobado las materias, mis padres me dejaron vacacionar como tenía planeado. Salí con mis amigos, me divertí y lo mejor de todo, me fui cinco días
con M ay a su casa de Carlos Paz.

Fuimos con su familia, pero era tan grande, que prácticamente era como si estuviéramos solas. Íbamos y veníamos con libertad, y como ya conocíamos el lugar, sus
padres no nos decían nada.
Solo una vez estuvimos en problemas.

Estábamos bañándonos en la pileta, y no advertimos que su mamá estaba tomando sol desde una de las reposeras de atrás.
No se había enterado de piercing de mi amiga, y al verla en traje de baño por poco se muere.
Un par de gritos, un reto, un castigo, pero la verdad es que ya no podía hacer nada. Ya estaba hecho, tendría que aceptarlo.
No es que sus padres fueran muy conservadores, pero como los míos, hubieran valorado el hecho de ser consultados ante una decisión así.

Y más cuando se trataba de M ay, que tenía una relación super estrecha con su mamá. Ya sabía que estaba teniendo relaciones con Facu, y ella misma la había
acompañado al doctor para que le recetaran las pastillas.

Yo con la mía, me llevaba también muy bien, pero no tenía mucho para contarle todavía. Estaba emocionada con Fede, y le había gustado a primera vista.
No podía culparla, mi novio era muy lindo.

Al recordarlo sentí cosquillas en el estómago.
Tal y como había prometido, me había escrito y llamado todos los días. M e contaba los paseos a los que iba, o como se divertía con sus amigos, pero también lo
mucho que me extrañaba.

—Tengo muchas ganas de verte, peque. – me decía, cariñoso.

—Y yo a vos. – sonreí. Faltaban solo unos cuantos días y estaría de regreso.

—Te voy a llenar de besos apenas te vea. – susurró. Seguramente estaban sus amigos con él, y cuando nos poníamos muy tiernos, no nos gustaba que otros nos
escucharan.

—Ojalá estuvieras acá conmigo... – le dije un poco triste.

—M e encantaría, preciosa. – de fondo se escuchaban las voces de sus compañeros que se burlaban porque él llamaba a su novia en pleno viaje de egresados. —M e
tengo que ir, portate bien en Carlos Paz.
M e reí.

—Portate bien en Bariloche. – retruqué. —Te mando un beso, Fede.

—Yo te mando muchos, peque. – si, estábamos así de pesados. La distancia nos ponía muy ñoños y empalagosos.

Nos despedimos un rato después, y me fui a cambiar.
Esa noche salíamos a bailar a un boliche que quedaba cerca de su casa.

Había elegido un short negro con tachas tiro alto, con un top bastante cerrado, y sandalias con plataformas. Y mi amiga tenía un vestido negro cortito con
transparencias en la espalda con zapatos bajitos. Nos vimos en el espejo, y como nos gustaba lo que veíamos nos sacamos un par fotos para Instagram.

Pepe, que por lo visto estaba conectado, no tardó en darle “like” y comentó.
“Hermosas.

Las dos sonreímos. Pero nos quedamos muy serias, cuando vimos que Fede también comentaba.

“Si. MI NOVIA y su amiga, son hermosas.”

—¿M arcando territorio? – dijo M ay levantando una ceja.

—Creo que está celoso de Pepe. – le contesté encogiéndome de hombros.
M i amiga puso los ojos en blanco.

—Esperemos que el otro no se prenda contestándole, porque encima que no se lo banca... – opinó.

Y justo llegó la notificación de otro comentario de Pepe.

“jaja. MIS AMIGAS son hermosas. #CelosoYo ¿?”

—Ay no,  Pedro. – dijo mi amiga mientras leía.

Y desde ese momento fue un bombardeo de mensajes entre ellos dos.

“Qué te pasa, gil?” de Fede.

“A quién le decís gil?” de Pepe. Y así...

Para cuando terminaron, poco más se habían dicho que se iban a matar apenas se vieran.
Nuestra simpática foto había quedado en segundo plano, y ahora tendría que lidiar con un mejor amigo y novio peleándose.
No quería tomar partido, porque le importaban los dos, pero en este caso, tenía que darle la razón a  Pedro.

Los celos de Fede eran infundados y salidos de la nada. Fue innecesario el comentario en la foto. Una provocación. Tenía ganas de pelea. Y claro, mi amigo no era
de los que se quedaban callados.

Sacudí la cabeza y le dije a mi amiga que saliéramos. Ya hablaría con los dos por separado, mañana.

Esa noche es un gran borrón. Entramos e inmediatamente comenzamos a tomar. Ella tenía amigos de la zona, y como todos eran mayores, podían comprar bebidas.
No recuerdo nada de nada.

Sé que éramos muchos, la música me gustaba, y bailamos la canción de Pepe haciendo palmas como mi amigo siempre hacía. También había sonado “Humanos a
M arte”, así que obviamente habíamos tenido que enseñarle a sus amigos nuestra performance.

Después de eso, nada. Pantalla negra.

Abrimos los ojos cerca de las cuatro de la tarde del otro día, sintiéndonos como la misma muerte.

M iré mi celular y tenía dos mensajes.

Uno de Fede, que decía que le había encantado que lo llamara anoche. ¿Lo había llamado? M e reí. Evidentemente lo había llamado borracha, a saber lo que le habría
dicho.

Y otro de Pepe que me decía borracha, y que había extrañado nuestras charlas profundas. También lo había llamado.
Increíble. La próxima vez que saliera, tendría que pedirle a M ay que me quitara el teléfono. Era peligrosa.

Volví a llamar primero a mi novio, que me puso al tanto de las muchas estupideces que le había soltado en mi estado de ebriedad.

—Nunca habías estado tan cariñosa, peque. – me susurró. M e tapé la cara totalmente mortificada. —Ahora tengo todavía más ganas de volver.

—Yo también tengo muchas ganas de verte, Fede. – contesté. —Y que horror... olvídate de todo lo que te dije, por favor. Yo me olvidé. – me reí.

—No me voy a olvidar. Pero espero que puedas decirme lo mismo estando sobria. – me quedé congelada en el lugar. Sospechaba que le había dicho muchas cosas
que no pretendía.

Ay no. Que vergüenza.
M e sentía desnuda.
Un rato después charlé con mi amigo.

—No te hagas problema, Pau. – la tranquilizó. —No voy a seguir hablando con tu novio.

—Gracias, Pepe. – le contesté con alivio.

—No voy a dejar que nos peleemos por este pelotudo. Es lo que quiere. – dijo después entre dientes como si no pudiera callárselo.

—Pedro... – le advertí.

—Ya sé. – cambió de tema repentinamente. —¿Te acordás de nuestra charla de anoche? – se empezó a reír.

—Nada. – confesé.

—M e imaginé. M e hiciste llorar de la risa. – me reí con él.

—¿Qué te dije? – quise saber.

—M e contaste que Lucas, que creo es un amigo de M ay, te había tenido que llevar alzando porque te caíste y te doblaste un tobillo. – dijo entre risas.

—Ahora que lo pienso, me duele mucho la pierna derecha. – reconocí.

—Después me dijiste que las sandalias te hacían ampollas y cuanto hacía que no ibas al baño. – me tapé la cara y me reí avergonzada.

—Es que cuando no estoy en mi casa, me cuesta. No es mi baño. – me expliqué.

—Ya sé. – dijo entre risas. —Pero sos una asquerosa... estábamos hablando de cualquier otra cosa. No tenía nada que ver.

Perdón. – me mordí los labios. —M i teléfono estaba borracho. ¿Qué más te dije?
Pepe se rió y después contestó.


—Después te pusiste sentimental, me dijiste que soy tu mejor amigo, y que me querías mucho... esas cosas. – concluyó.

—Aw... – me reí. —Borracha me pongo muy tierna. – mi amigo se rió conmigo y me siguió contando las pavadas que habíamos hablado. Un rato después me
despedí de él, con una sonrisa en el rostro.
Todas las preocupaciones y vergüenzas olvidadas.

V olvimos a Córdoba temprano y como estaba aburrida, prendí la computadora para ver Facebook. En las noticias, miles de fotos de los chicos de 6to en Bariloche.

Sonreí y busqué la cuenta de mi novio para verlo. No había subido nada, pero estaba etiquetado en varias.

Algunas eran en el Boliche, otras en el hotel. En todas salía abrazado a Belu. ¿Qué?
Era su compañera, era normal que estuviera ahí. Pero, era necesario que se abrazaran tanto? El estómago me dio un vuelco y me sentí asqueada. La posibilidad de
que me engañara con ella era algo que ya había pasado por mi mente. Después de todo, estarían todo el tiempo juntos, se pondrían borrachos, podían recordar viejas
épocas.

Enojada apagué todo y me fui a acostar. Escuché que mi celular sonaba a las once, y sabía que era él. Porque era el momento en que terminaban de comer y se iban
a cambiar para salir. Siempre aprovechaba para llamarla un ratito. No atendí.
Estaba verde de celos, no había otra explicación.
Puse el teléfono en silencio y me dormí.

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