La facultad siempre me había parecido algo crucial, una parte esencial de lo que mide la valía de una persona y determina su futuro. Vivimos en un tiempo en el que la gente te pregunta a qué universidad fuiste antes que tu apellido. Desde muy pequeña me inculcaron que debía prepararme para mis estudios. Se había convertido en una obsesión que requería una enorme cantidad de preparación.
Cada asignatura que elegía, cada trabajo que realizaba desde el primer día de instituto, giraba en torno a entrar en la universidad. Y no en cualquier universidad. Mi madre se había empeñado en que iría a la de Washington Central, la misma a la que había ido ella, aunque nunca llegó a terminar sus estudios.
Yo no tenía ni idea de que ir a la facultad sería muchas más cosas que obtener un título. No tenía ni idea de que escoger mis asignaturas optativas para el primer semestre me acabaría pareciendo, tan sólo unos meses después, algo trivial. Era muy ingenua entonces, y en cierta manera sigo siéndolo.
Pero no podía imaginar lo que me esperaba. Conocer a mi compañera de cuarto de la residencia fue algo intenso e incómodo desde el principio, y conocer a su alocado grupo de amigos más todavía.
Eran muy diferentes de todas las personas que había conocido hasta entonces, y me intimidaba su aspecto, me confundía su absoluta falta de interés por llevar una vida planificada. Pronto pasé a formar parte de su locura; me dejé liar...
Y fue entonces cuando él se coló en mi corazón.
Desde nuestro primer encuentro, Pedro cambió mi vida de una manera que ningún curso de preparación para la universidad ni ningún grupo de lectura para jóvenes lo habría hecho. Aquellas películas que veía de adolescente pronto se convirtieron en mi vida, y sus ridículas tramas pasaron a formar parte de mi realidad. ¿Habría hecho las cosas de manera diferente de haber sabido lo que estaba por llegar?
No estoy segura. Me gustaría poder dar una respuesta directa a eso, pero no puedo.
A veces me siento agradecida, tan absolutamente perdida en el momento de pasión que mi juicio se nubla y lo único que veo es a él. Otras veces pienso en el sufrimiento que me causó, en el profundo dolor por la pérdida de mi antiguo yo, en el caos de esos momentos en los que me sentía como si mi mundo estuviera patas arriba, y la respuesta no es tan sencilla como lo fue en su día.
De lo único de lo que estoy segura es de que mi vida y mi corazón jamás volverán a ser los mismos, no después de que Pedro irrumpiera en ellos.
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nueva adaptación
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