Divina

Divina

miércoles, 21 de octubre de 2015

After Capitulo 37

Cuando vuelvo a mi cuarto, Pedro está sentado en mi cama como la persona desagradable que es.
Empiezo a imaginarme a mí misma cogiendo la lámpara y estampándosela
en la cabeza, pero no tengo energías para pelearme con él.

—No voy a disculparme —me dice cuando paso por delante de él en dirección a la cama de Steph.
No pienso sentarme en mi cama mientras él esté en ella.

—Ya lo sé —respondo, y me tumbo.

No pienso ceder ante sus provocaciones y no espero que se disculpe. Ya lo voy conociendo.
Aunque, vistos los últimos acontecimientos, creo que no lo conozco
en absoluto. Anoche pensé que sólo era un chico enfadado porque su padre lo había abandonado, y que se aferraba a ese dolor usando la única emoción que conocía para mantener a la gente alejada. Pero esta mañana he visto que
en realidad es una persona horrible y detestable. Pedro no tiene un ápice de bondad. Si en algún momento pensé que sí, fue sólo porque él me engañó para que lo pensara.

—Tenía que saberlo —dice.
Me muerdo el labio para intentar contener las lágrimas. Permanezco callada hasta que oigo que Pedro se levanta y se aproxima.

—Vete —le ruego, pero cuando levanto la vista, él está de pie frente a mí.
Cuando se sienta en la cama, me levanto.

—Tenía que saberlo —repite, y me hierve la sangre de rabia. Sé que sólo quiere provocarme.

—¿Por qué, Pedro? ¿Por qué tenía que saberlo? ¿Qué tiene de positivo hacerle daño? A ti no te afectaba lo más mínimo que él no lo supiera. Podrías haber pasado el día tranquilamente sin decírselo. No tenías ningún derecho a hacerle eso, ni a él ni a mí. —Siento que las lágrimas amenazan con aparecer de nuevo, pero esta vez no puedo detenerlas.

—Yo querría saberlo si fuera él —dice en tono frío.

—Pero tú no eres él, y nunca lo serás. He sido una estúpida por pensar que podrías llegar a ser algo parecido. Además, ¿desde cuándo te importa hacer lo correcto?

—No te atrevas a compararme con él — salta.

Detesto cuando decide responder sólo a una de mis frases, y que tergiverse mis palabras para provocarse a sí mismo. Se levanta y avanza hacia mí, pero yo retrocedo hacia el otro lado de la cama.

—No hay comparación. ¿Es que no lo entiendes? Tú eres un capullo cruel y desagradable que sólo piensa en sí mismo, y él... él me quiere. Él está dispuesto a intentar perdonarme por mis errores. —Lo miro a los ojos—. Mis horribles errores —añado.

Pedro da un paso atrás como si lo hubiese empujado.

—¿Perdonarte?

—Sí, me perdonará esto. Sé que lo hará, porque me quiere. Así que tu patético plan de hacer que rompa conmigo para poder reírte a gusto no ha funcionado. Y ahora sal de mi cuarto.

—Eso no era... Yo... —empieza.
Pero lo interrumpo. Ya he malgastado bastante el tiempo con él.

—¡Largo! —chillo—. Sé que probablemente ya estarás planeando tu próximo movimiento contra mí, pero ¿sabes qué, Pedro ? Ya no va a funcionar. ¡Y ahora lárgate de mi puta habitación! —Me sorprendo de mis propias palabras, pero no me siento mal por usarlas contra él.

—Eso no es lo que estoy haciendo, Pau. Pensaba que después de lo de anoche... No sé, creía que tú y yo... —Parece que no le salen las palabras, cosa extraña en él.

Una parte de mí, una enorme parte de mí, se muere por saber lo que va a decirme, pero así es como acabé metiéndome en este lío en primer lugar. Utiliza mi curiosidad en mi contra, como si todo fuera un juego para él. Me seco los ojos con furia y me alegro de no haberme maquillado ayer.

—No esperarás que me trague eso, ¿verdad? Que sientes algo por mí.
Tengo que detenerme, y él tiene que marcharse antes de que pueda clavarme más sus garras.

—Por supuesto que siento algo por ti, Pau. Haces que me sienta tan...

—¡Basta! No quiero oírlo, Pedro. Sé que estás mintiendo y éste es tu maquiavélico modo de salirte de rositas. Hacerme creer que sientes por mí lo mismo que yo siento por ti, y después le darás la vuelta. Ya sé cómo funciona esto, y no pienso seguir picando.

—¿Lo mismo que tú sientes por mí?¿Estás diciendo que tú... sientes algo por
mí? —Sus ojos relucen con algo que parece ser esperanza. Es mucho mejor actor de lo que pensaba.

Sabe perfectamente que sí, es imposible que no lo sepa. ¿Por qué, si no, iba a mantener activo este círculo vicioso y malsano que hay entre nosotros? Con un temor que no había sentido antes, me doy cuenta de que, aunque había admitido mis sentimientos por él ante mí misma, ahora se los he revelado de viva voz, y le he proporcionado acceso para acabar con ellos. Aún más de lo que ya lo ha hecho.

Siento cómo mis muros empiezan a desmoronarse bajo la mirada de Pedro, y no puedo hacer nada por evitarlo.

—Vete —digo—. No voy a volver a pedírtelo. Si no te marchas llamaré a seguridad del campus.

—Pau, contéstame, por favor —me ruega.

—No me llames Pau. Ese nombre está reservado para mi familia y mis amigos, para la gente que se preocupa por mí. ¡Márchate! —grito, mucho más fuerte de lo que pretendía.

Necesito que se vaya y que se aleje de mí. Detesto que me llame Paula, pero detesto aún más que me llame Pau. Hay algo en el movimiento de sus labios cuando lo pronuncia que hace que suene tan íntimo..., tan encantador. 

«Maldita sea, Pau. Ya basta.»

—Por favor, necesito saber si tú...

—¡Qué fin de semana tan largo, chicos! ¡Estoy agotada! —dice Steph irrumpiendo en la habitación con un tono alegre y cansado.

Sin embargo, al ver mis mejillas cubiertas de lágrimas, se detiene y mira con recelo a Pedro.

—¿Qué pasa aquí? ¡¿Qué le has hecho?! —le grita—. ¿Dónde está Noah? — pregunta, y me mira.

—Se ha marchado. Y Pedro también se iba ya —le contesto.

—Pau... —empieza Pedro.

—Steph, por favor, haz que se vaya —le ruego, y ella asiente.

Pedro abre la boca, indignado ante el hecho de que haya usado a Steph contra él. Pensaba que me tenía atrapada otra vez.

—Vamos, Chico Maravilla —dice. Lo agarra del brazo y lo arrastra hacia la puerta.
Miro hacia la pared hasta que oigo que la puerta se cierra, pero oigo inmediatamente sus voces en el pasillo.

—Joder, Pedro. Te dije que la dejases en paz. Es mi compañera de cuarto y no es como las otras chicas a las que mareas. Ella es agradable, inocente y, sinceramente, demasiado buena para ti.

Me alegra y me sorprende que Steph me defienda así. Pero eso no alivia el dolor que siento en el pecho. Me duele el corazón, literalmente. Creía que se me había roto aquel día en el arroyo, pero aquello no fue nada comparado con cómo me siento ahora mismo. Detesto admitirlo, pero sé que pasar la noche con Pedro ha avivado todavía más mis sentimientos por él. Oírlo reír cuando me hacía cosquillas, la ternura con la que me besaba los labios, cómo me envolvían sus brazos tatuados..., todo ha hecho que me enamore aún más de él. Esos momentos íntimos que hemos compartido han hecho que me importe más y, por tanto, también hacen que esto sea mucho más doloroso. Y para colmo de males, le he hecho mucho daño a Noah, y sólo puedo rezar para que me perdone.

—No quiero marearla. —Enfadado, su acento se ha vuelto más marcado, y pronuncia las palabras de manera entrecortada.

—Venga ya, Pedro—replica Steph—. Te conozco. Búscate a otra con la que divertirte. Hay unmontón de chicas más. Ella no es la persona adecuada para que hagas esto; ¡tiene novio, y no sabe llevar esta situación de mierda!

No me gusta oírla decir que soy demasiado sensible, como si fuese débil o algo así, aunque supongo que tiene razón. No he hecho nada más que llorar desde que conocí a Pedro, y ahora ha intentado acabar con mi relación con Noah. No tengo lo que hay que tener para ser su amiga con derecho a roce, a pesar de cómo me hace sentir. Tengo demasiado amor propio como para meterme en algo así, y soy demasiado sentimental.

—Vale. Me alejaré de ella —dice él entonces, furioso—. Pero no la vuelvas a traer a ninguna fiesta en mi casa.

Luego oigo cómo se marcha. Mientras se aleja por el pasillo, su voz se aleja también cuando grita:


—¡Lo digo en serio! ¡No quiero volver a verla porque, como lo haga, acabaré con ella!


continuara .............

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