Paula se
despertó temprano y se encontró con un fuerte y completamente excitado cuerpo a
su lado.
—Umm
—murmuró mientras unos labios le rozaban una sensible zona del cuello—. Es un
modo muy agradable de despertarse.
Se dio la
vuelta y le agarró el sexo con la mano oyendo cómo se quedaba sin aliento.
Sonrió.
—Sólo una
cosa —empezó a decir cuando Pedro le acarició los pechos.
—¿Qué?
«Oh, no… ahora no, por favor».
—Náuseas
matutinas —dijo saliendo corriendo al baño y cerrando tras de sí. Apenas oyó
que intentaban abrir la puerta, luego llamaron, pero lo ignoró. —Estoy bien. No
funcionó, volvió a llamar.
—Abre la
puerta.
—Salgo en
un minuto. No era exactamente la mejor forma de empezar el día y, desde luego,
no el preludio de juegos amorosos. Sonrió mientras se lavaba la cara.
Salió del
cuarto de baño y una poderosa mano le agarró del hombro mientras otra le alzaba
la barbilla.
—¿Estás
bien?
Lo
siguiente que haría sería llamar a un médico. Puso los ojos en blanco y no dijo
nada.
—¿Qué?
—Las
arcadas por la mañana son algo frecuente durante las primeras semanas —dijo con
una sonrisa—. Y no sólo por la mañana —se encogió de hombros—. Tienden a
desaparecer en el segundo trimestre.
—¿No se
puede hacer nada?
—Un té y
una galleta nada más levantarme solían evitarlas.
—Lo
pediré al servicio de habitaciones.
—Pide el
desayuno —dijo Paula—, yo haré el té. Estaba desconcertado y a ella le costó
disimular una sonrisa.
Pedro Alfonso, presidente de una corporación,
multimillonario… y estaba desconcertado por el embarazo de su esposa.
—Tengo la
sensación de que tengo mucho que aprender.
—Lo harás
bien —dijo ella entre risas.
—Desde
ahora. Siéntate y yo haré el té.
Se ducharon, desayunaron, salieron del hotel y
se reunieron con Carlos quien los llevó al apartamento de Paula, donde Olivia
recibió efusiva a su padre.
—¡Papá!
¿Has venido de visita?
—Una
visita muy larga —dijo alzándola en brazos.
—Te
quiero, papá.
—Como yo
a ti, pequeña. ¿Qué te parecería que me quedara a vivir con mamá y contigo?
—¿Aquí,
en Perth? ¿Todo el tiempo?
—Todo el
tiempo —repitió suavemente—. Tendré que ir de vez en cuando a Madrid, pero no
estaré lejos mucho tiempo y, algunas veces, mamá y tú podréis venir.
—Me
encantaría —le dio un beso en la mejilla—. Te he echado de menos.
—Yo
también te he echado de menos.
Olivia
fue a la escuela infantil mientras sus padres iban a ver las casas. Paula votó
por la de Peppermint Grove. Era perfecta en todos los sentidos: un gran
terreno, habitaciones espaciosas y una gloriosa escalera en curva que iba del
vestíbulo al piso superior.
Sólo tuvo
que decir «me encanta» y Pedro cerró el trato.
Después
tuvieron que confirmar ante el juzgado la cancelación de los trámites de
divorcio.
Las
siguientes semanas fueron frenéticas: elegir los muebles y demás decoración y
organizar la mudanza de casa.
Paula no
quiso dejar a John sin farmacéutica y trabajó unas pocas tardes hasta que
encontró una suplente.
Olivia
estaba feliz con su habitación nueva y con la casa de muñecas que Pedro había
instalado en el jardín.
Pero de
lejos lo que más feliz la hizo fue la noticia de que iba a tener un hermanito o
hermanita.
Pedro se
ocupaba en poner en marcha la oficina en Perth y Paula decidió alquilar su
apartamento a la hija de Ana, que había vuelto de Tasmania.
Todo
parecía ir sobre ruedas, sobre todo debido a la influencia de Pedro.
Incluyendo
una renovación de los votos matrimoniales en una ceremonia en el jardín.
Federico
y Luisa asistirían a la ceremonia mientras que Penélope había declinado la
invitación amparándose en el luto por Ramón.
El día
amaneció con un pálido sol y cúmulos aislados. Desde por la mañana empezaron a
preparar la fiesta que tendría lugar al final de la tarde. Sólo habían decidido
convocar a unos pocos invitados.
Era la
antítesis del circo mediático en que se había convertido su primera boda. Paula
llevaría un sencillo vestido de seda color marfil, una chaqueta entallada a
juego, unos tacones del mismo color y un velo de chiffon sobre el cabello. Olivia
llevaba un vestido como el suyo en miniatura.
Las
únicas joyas, una gargantilla de diamantes y unos pendientes a juego.
John y
Anna hicieron de testigos en la ceremonia. Hubo pocos invitados, con lo que fue
una celebración íntima con buen champán, excelente comida y muchas risas.
Olivia
estaba en su elemento, disfrutando de cada minuto y no protestó cuando Carlos
se la llevó con Anna a dormir al apartamento de esta última.
La
empresa contratada recogió todo, los invitados se marcharon y Federico y Luisa
se fueron a un hotel a la ciudad.
Pedro
cerró la puerta con llave, después tomó a Paula en brazo y la besó suavemente.
—¿Te he
dicho que estás preciosa?
—¿Debería
comentar lo guapo que estás? —preguntó con una sonrisa.
—Descarada.
Ven a bailar conmigo.
—Eso
puede traernos problemas.
—De la
clase más deliciosa —reconoció él—. Pero ¿qué es una boda sin un vals? Activó
un mando a distancia y empezó a sonar una suave música. Juntos, apenas se
movieron, sólo se abrazaron y balancearon ligeramente.
—Te amo
—dijo ella con un suave murmullo—. Tanto —le pasó los dedos por el pelo—.
Siempre ha sido así y siempre lo será.
—Gracias —le dio un beso en la palma de la
mano.
—Vamos
arriba.
—¿Es una
invitación? —preguntó Pedro.
—¿La
necesitas? Le pasó un brazo por detrás de las rodillas y la levantó del suelo,
luego empezó a subir por la escalera.
Llegaron
al dormitorio y él la dejó en el suelo suavemente, entonces empezaron a
quitarse la ropa el uno al otro… despacio, con infinito cuidado.
Su amor
sería eterno, infinito y muy especial.
No había
ninguna necesidad de correr. Tenían toda la noche además del resto de sus
vidas.
Ramón Pedro
Alfonso nació cinco meses y dos semanas después en presencia de su padre, quien
cortó el cordón umbilical y le dio la criatura a su madre.
Con pelo
negro y mirada inteligente, era la viva imagen de su padre, aunque parecía
poseer el carácter de su madre.
Su
hermana, Olivia, lo adoró desde el primer instante y se prometió cuidarlo
siempre y enseñarle todo lo que ella sabía.
Fin
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llego el Final
Hermoso final, al fin se dejaron de discutir!!!!!!!!!!
ResponderEliminarbellísimo final, avísame si subis otro
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