Divina

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jueves, 6 de agosto de 2015

En La Cama De Su Marido Capítulo 4


Paula se agachó hasta ponerse a la altura de Olivia, la abrazó y le susurró:

—Te quiero.

—Yo a ti también —oyó decir a su hija mientras se ponía de pie.

—Que pases un buen día. La escuela infantil estaba cuidadosamente diseñada, la mayor parte era juego, algo importante para los niños. A Olivia le gustaba especialmente el tiempo que pasaba con sus compañeros entre la plastilina y la pintura de dedos, jugando o escuchando cuentos de las cuidadoras.

—Tú también.

Olivia se mezcló entre sus compañeros y Paula sonrió al verla entablar una animada conversación con uno de sus amigos.

Momento de marcharse, meterse en el coche y volver a casa. Tenía que hacer unas llamadas, además de labores domésticas antes de volver a recoger a su hija.

Un momento después, se cambiaba los vaqueros y la camisa por un pantalón corto y una camiseta y se ponía al trabajo.

Limpiar el polvo, barrer y fregar ayudó a Paula a consumir algo de la energía que le sobraba por los nervios. Pasó la aspiradora con un brío inusual.

Cinco minutos más y habría terminado, entonces se ducharía, vestiría, haría algunas llamadas e iría a buscar a Olivia.

El sonido del intercomunicador del portal apenas resultó audible con el ruido de la aspiradora. Apagó el aparato, cruzó el salón y dejó a un lado un extraño sentimiento de preocupación… era absurdo.

Había pasado varios días en ascuas esperando que Pedro hiciera su primer movimiento, agonizando esperando que sucediera y valorando las consecuencias.

Por Dios, podía ser cualquiera quien llamara al timbre… así que respiró hondo y fue a mirar la pantalla del videoteléfono.

Las fuertes medidas de seguridad habían sido una de las razones por las que había comprado ese piso. La protección era algo importante en una gran ciudad y descansaba más tranquila sabiendo que había tomado todas las precauciones posibles.

Volvió a sonar el timbre… y se quedó sin respiración en el momento en que reconoció la figura masculina que aparecía en la pantalla: Pedro Alfonso… en persona.

La imagen en blanco y negro no conseguía estropear sus poderosas facciones… la fuerte estructura ósea del rostro, la penetrante mirada y la hermosa boca.

Paula sintió que se le hacía un nudo en el estómago sólo con verlo y por la oleada de recuerdos que despertó en ella.

Los buenos eran sus atenciones y la pasión que había despertado en ella… los no tan buenos eran las discusiones que habían derivado en una escalada de odio.

Se quedó mirando la pantalla. Retrasar lo inevitable no tenía sentido.
Le temblaban las manos cuando descolgó el receptor, recitó una breve expresión de reconocimiento y vio endurecerse el gesto de Pedro.

—Ábreme, Paula. Tenemos que hablar.

—No tengo nada que decirte.- Por un momento la mirada de él se oscureció y su voz adquirió un peligroso y suave tono.

—Pretendo ver a mi hija.

—No tienes ninguna prueba de que sea tuya.

—¿Quieres hacer esto por las malas? —su mirada la taladraba a través de la pantalla.

—Perdimos la capacidad de dialogar hace mucho tiempo. La expresión de Pedro se endureció, y Paula tenía la desagradable sensación de que podía verla… lo que era, por supuesto, imposible.

Aun así, esa certeza no conseguía tranquilizarla, ni evitaba que los escalofríos de miedo le recorrieran la espalda.

Era fácil apagar la pantalla. No tan fácil sacárselo de la cabeza. Y su poderosa imagen se negaba a desaparecer a pesar de todos los esfuerzos que hizo para lograrlo mientras se duchaba, se ponía unos vaqueros negros, una blusa sencilla, un ligero maquillaje y se recogía el pelo.


Recogió su bolso, las llaves, cerró la puerta del apartamento y bajó en ascensor al aparcamiento. Los nervios le atenazaban el estómago mientras caminaba hacia su coche… vaciló ligeramente al ver un hombre alto apoyado en la puerta del acompañante.

2 comentarios:

  1. se puso buenísima, esta barbara esta historia

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  2. Wowwwwwww, me aprece que va a ser muy fuerte e intensa esta historia. Está buenísima.

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