A pesar
de todos los esfuerzos por minimizar la repercusión del intento de secuestro de
Olivia, la noticia apareció en todas las televisiones, radios y periódicos.
Pedro
rechazó conceder entrevistas y exigió respeto a su vida privada. Sus empleados
impedían el acceso de los medios a la casa y Paula mantenía a Olivia dentro de
la mansión. Se recordó a todo el personal su compromiso de confidencialidad y Pedro
puso a Federico al mando de la oficina de Madrid mientras él trabajaba en casa.
Olivia
parecía ser el objetivo principal de los medios de comunicación, y Paula
raramente la perdía de vista. Gracias al eficiente trabajo de Carlos, la niña
parecía haber superado el trauma.
Pero los
medios de comunicación no renunciaron. Un helicóptero con el logo de una cadena
de televisión sobrevoló tres veces la mansión con la esperanza de conseguir una
foto.
Para Paula
aquello fue la gota que colmó el vaso y, al tercer día, abordó a Pedro después
de acostar a Olivia.
—Tenemos
que hablar.
—Vamos a
la habitación, ¿de acuerdo? No, en la habitación no. Demasiados recuerdos y
necesitaba ser fuerte.
—Prefiero
el despacho. La observó con detenimiento, notó la mirada sombría y el gesto de determinación
y se preparó para un combate civilizado. Con un gesto indicó la dirección del
despacho.
—Da lo
mismo —cuando llegaron, cerró la puerta tras ello y le indicó un cómodo sillón
de cuero—. Siéntate.
—Prefiero
estar de pie —no quería mirarlo desde abajo. Pedro cruzó la habitación y se
apoyó en la mesa.
—¿De qué
quieres que hablemos?
—Me voy a
llevar a Olivia a casa, a Perth —empezó mostrando sus intenciones—. Puedo
viajar en un vuelo comercial o pedirte que nos lleve tu avión privado.
—Tu hogar
es éste —dijo sin inmutarse.
—No.
Teníamos un acuerdo y me diste tu palabra —le recordó sosteniéndole la mirada—.
Insisto en que la cumplas.
—Las
circunstancias han cambiado.
—¿Porque
me has convencido para que mantuviera relaciones contigo?
Pedro
guardó silencio unos segundos y arqueó una ceja con gesto interrogativo.
—Relaciones…
¿es así como llamas a lo que hemos compartido?
—Aliviamos
mutuamente nuestras frustraciones sexuales —mintió, era más que eso, mucho más.
Permaneció
inmóvil sosteniéndole la mirada como si su vida dependiera de ello.
—¿No hay
nada que pueda decir o hacer para hacerte cambiar de opinión?
«Garantizarme
que siempre me amarás, que el amor es la razón por la que me arrastraste de
nuevo hasta Madrid… y no el deseo de vengarte del pasado».
—No —fue
la única palabra que pudo pronunciar.
—¿Cuándo
pretendes volver a Madrid? Aquello era lo más difícil que había tenido que
hacer nunca.
—Acompañaré
a Olivia cuando venga a verte —«y me moriré cada vez».
—¿Esa es
tu última palabra? No podía permitirse echarse atrás, por mucho que esa
decisión fuera a destrozarla. ¿Lo sabría él? ¿Lo supondría?
A lo
mejor ni siquiera le importaba. El sexo era… bueno, sexo. Y para un hombre, sin
amor que lo hiciera especial, cualquier mujer podía valer. Debía haber una
lista de espera de mujeres deseosas de pasar por su cama en cuanto su esposa lo
volviera a… dejar.
—Sí —dijo
con determinación.
Escrutó
su rostro en busca de algo que mostrara el efecto de su afirmación… pero no
encontró nada.
Al pensar
en cuando hacían el amor, y era hacer el amor, quería echarse a llorar para que
él le enjugara las lágrimas.
—¿Cuándo
piensas irte?
¿No iba a
discutir? ¿Intentar convencerla? Pero, ¿qué había esperado, que rompiera su
promesa? Ese no era su estilo.
—Lo antes
posible. Pedro no se movió, simplemente inclinó la cabeza.
—Daré
instrucciones al piloto para que el avión esté listo mañana.
—Gracias.
Tenía que salir de allí antes de venirse abajo. Se dirigió a la puerta.
—¿Qué has
pensado decirle a nuestra hija?
—La
verdad —dijo haciendo un tremendo esfuerzo para volverse a mirarlo.
Abrió la
puerta, salió y cerró.
Una
semana más tarde, Paula reconocía que su vida había vuelto a la normalidad. El
apartamento estaba ventilado, limpio. La despensa y la nevera llenas. Anna
parecía encantada de volver a cuidar de Olivia por las tardes y John feliz de
que hubiera vuelto a la farmacia.
Ella
debería haber estado feliz, contenta, aliviada por haber dejado atrás una
situación tan tensa.
Todo
estaba resuelto, se decía, como quería en un principio. ¿No había peleado por
conseguir un acuerdo de custodia satisfactorio y adecuado a las necesidades de Olivia?
Su hija
parecía relativamente relajada y estaba deseando volver a la escuela infantil y
reunirse con sus amigos.
Cada
tarde, a la misma hora, Pedro llamaba para hablar con su hija y darle las
buenas noches. Sus llamadas eran muy esperadas por Olivia y recibidas con gran
regocijo. Que sólo en contadas ocasiones saludara a Paula era algo
intrascendente… pero muy doloroso.
¿Qué
esperaba? ¿Una conversación agradable? ¿Pero cómo podía él simplemente…
desconectar así?
No
debería sentirse hecha añicos, pero era así. Aquello afectaba a su sueño, tenía
los ojos hundidos y le dolían. Si no se rehacía, pronto estaría hecha un
guiñapo.
La
segunda semana le costó adaptarse al horario de trabajo y empezaba a molestarle
la preocupación de John.
—Estoy
bien —le aseguraba y se negaba a contarle el viaje a Madrid.
Al final
de la segunda semana en el correo llegó la sentencia provisional de divorcio.
La sentencia definitiva estaría en un mes. Deberían haber sido buenas noticias,
pero se hundió en la desesperación.
La
tercera semana empezó a sufrir molestias gástricas que no remitían.
Combinadas
con el cansancio y los cambios de humor… La obvia posible causa hizo que las
señales de alarma sonaran en su cabeza: tenía que hacerse una prueba de
embarazo. El resultado confirmó sus peores temores.
No era
inconcebible dado que no había usado ningún método anticonceptivo tras el
nacimiento de Olivia… y tampoco Pedro había optado por la protección.
Estúpida.
¿En qué había estado pensando? ¿Y él? Claro, que en todo el proceso, el
pensamiento nunca había formado parte de la ecuación.
A las
veinticuatro horas, repitió la prueba y confirmó el positivo.
Continuara.......
Gracias Por Leer y Comentar SIEMPRE !!!!
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MAÑANA TERMINA ...........
MAÑANA TERMINA ...........
Ahhhhhhh, no te lo puedo creer x favor. Espero que esta vez Paula le diga a Pedro y dejen de ser tan cerrados y se digan lo que se aman.
ResponderEliminarse puso buenísima, que lindo que llega un Alfonsito
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