Divina

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domingo, 3 de enero de 2016

After 4 Capitulo 77



Pedro

—Última oportunidad para salir corriendo —le digo a Landon mientras lo ayudo a ajustarse la corbata.

—Gracias, capullo —me responde, y me aparta las manos para arreglársela él mismo—. Me he puesto cientos de corbatas en toda mi vida, pero ésta se niega a quedarse recta. Está nervioso, y lo compadezco. Más o menos.

—Sácatela, entonces.

—No puedo ir sin corbata. Voy a casarme. —Pone los ojos en blanco.

—Por eso mismo no tienes por qué llevarla. Es tu día, y eres tú quien se está gastando todo este dinero. Si no quieres llevar corbata, no la lleves, joder. Si fuera yo el que se casara hoy, tendrían suerte si me pusiera calzoncillos.

Mi mejor amigo se echa a reír. Se desata el nudo de la corbata y tira de ella para quitársela.

—Pues me alegro de que no sea así. Yo no iría a ese espectáculo.

—Ambos sabemos que yo jamás me casaré. —Me quedo mirándome fijamente en el espejo.

—Es posible. —Landon me mira a los ojos a través del reflejo—. ¿Estás bien? Está aquí. Tu padre la ha visto.

«Joder, no, no lo estoy.»

—Sí, estoy bien. Actúas como si no supiera que iba a venir o como si no la hubiera visto en los últimos dos años. —No la he visto lo suficiente, pero ella necesitaba distanciarse de mí—. Es tu mejor amiga y la dama de honor de tu novia. No es ninguna sorpresa. —Me quito la corbata y se la entrego—. Toma, en vista de que la tuya es una mierda, puedes ponerte la mía.

—Tienes que ponerte una corbata, va con el esmoquin —replica.

—Sabes perfectamente que tienes suerte de que haya accedido a ponerme esto en primer lugar. — Tiro de la pesada tela que cubre mi cuerpo.

Landon cierra los ojos brevemente y suspira con una mezcla de alivio y frustración.

—Supongo que tienes razón. —Sonríe—. Gracias.

—Y de que lleve ropa en tu boda —añado.

—Cállate. —Pone los ojos en blanco y se sacude las mangas de su impoluto esmoquin negro—. ¿Y si no se presenta en el altar?

—Lo hará.

—Pero ¿y si no lo hace? ¿Estoy loco por casarme tan rápido?

—Sí.

—Vale, gracias.

—Estar loco no siempre es malo —replico y me encojo de hombros.

Se queda observándome, buscando en mi rostro alguna pista que es posible que revele en cualquier momento.

—¿Vas a intentar hablar con ella?

—Obviamente, sí.

Intenté hablar con ella en el ensayo de la boda, pero Karen y la novia de Landon estaban pegadas a ella como lapas. Que Pau se prestara a colaborar en la planificación de la boda supuso una sorpresa para mí; no sabía que le fueran este tipo de cosas, pero por lo visto se le da de la hostia.

—Ahora es feliz; no del todo, pero lo suficiente.

Su felicidad es lo más importante, y no sólo para mí; el mundo sencillamente no es lo mismo cuando Paula Chaves no es feliz. Lo sé de buena tinta; me pasé un año entero absorbiéndole la vida al tiempo que la hacía brillar. Es una putada y no tiene sentido para el mundo exterior, pero a mí siempre me ha importado una mierda —y siempre lo hará— el mundo exterior en lo que respecta a esa mujer.

—Cinco minutos, chicos —dice Ken desde el otro lado de la puerta.

Esta habitación es pequeña y huele a cuero viejo y a alcanfor, pero hoy se casa Landon. Esperaré hasta después del banquete para quejarme al respecto.

Puede que le traslade mis quejas directamente a Ken. Sospecho que él es quien ha pagado toda esta mierda, dado el estado de los padres de la novia y demás.

—Bueno, loco cabrón, ¿estás preparado? —le pregunto a Landon por última vez.


—No, pero lo estaré en cuanto la vea.

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