La primera vez que estuvo a solas con ella supo que algo se revolvía en su interior. Creía que podría controlarlo, que quizá simplemente se estuviera ablandando un poco. Y no sólo con ella, sino con todas las personas que había en su vida..., estaba convencido. Se había pasado toda la vida solo y había dominado el arte de evitar cualquier tipo de intimidad más allá del sexo. No necesitaba tener amigos, y no tuvo una familia funcional que lo enseñara a interactuar con las personas. Le gustaba esa parte dura de su personalidad, le hacía la vida fácil. Se sintió asfixiado durante su primer encuentro con ella, pero conforme fue pasando el tiempo y empezó a sentir algo más, algo que podía cambiarlo todo, se juró mantener su statu quo.
Estaba acostumbrado a una soledad estructurada, y ella estaba acabando con todo eso.
Ya es por la mañana y no he dormido una puta mierda esta noche. Y ni siquiera ha sido por las pesadillas que me mantienen despierto, sino por Pau. Aparecía ahí en cuanto cerraba los ojos, y no como me habría gustado que estuviera. En lugar de estar desnuda, gimiendo suavemente mientras se la metía, estaba furiosa y aburrida durante la excursión al arroyo que he decidido que vamos a hacer. En una de las escalofriantes escenas peliculeras que mi mente insomne y acosadora había ideado, se daba un golpe en el dedo y se pasaba toda la tarde quejándose. En otra, estaba aburrida de la muerte y quería que el insulso de su novio viniera en coche desde su casa hasta el campus para recogerla. Y, cuando llegaba, era todo él un cárdigan. Un monstruoso cárdigan gigante, escalofriante y soso al mismo tiempo. Resulta realmente frustrante la cantidad de tiempo que he malgastado pensando en esa chica. Nada de todo esto importará dentro de un mes o así.
En caso de que esta «cita» salga bien, espero ganar la Apuesta antes de dos semanas...
Joder, si consigo camelármela lo suficiente, puede que en el arroyo... La alarma de mi teléfono empieza a sonar desde el otro lado de la habitación y salto de la cama para apagarla.
Hoy es el día. Ya tengo la cabeza a punto de estallar, y me cabrea la presión que siento por hacer que el tiempo que pase con ella actúe en mi favor. Debería darme una ducha. Mientras me visto, me pregunto brevemente qué estará haciendo en estos momentos...
¿Estará tan estresada como yo? Supongo que sí; está nerviosa todo el tiempo, y probablemente me anotara en su agenda en el momento en que me ofrecí a intentar esto de la amistad.
Tras la ducha, busco una camiseta negra limpia en el cajón. La que encuentro está arrugada, pero me vale. Fuera, cuando arranco el coche, oigo un crujido debajo de mi pie y encuentro una botella de agua vacía bajo el pedal del acelerador. Medio dormido como estoy, el sonido me irrita tanto que salgo de nuevo del coche para buscar un sitio donde tirarla. Ojalá durmiera mejor.
Llego al campus algo pronto y, sin querer, me dejo los libros de texto, unos apuntes y mi jersey negro en el asiento trasero. No me doy cuenta hasta que ya estoy a medio camino de clase, pero no pienso volver al coche a por ellos.
Ocupo mi asiento en el aula de literatura. Pau y Landon todavía no han llegado, y una pequeña parte de mí se alegra con malicia. Va a llegar más tarde que yo, y sé que eso la sacará de quicio. En fin, hay que disfrutar de las pequeñas cosas.
Me paso el rato mirando sin parar hacia la puerta y la lista de llamadas perdidas y mensajes de texto de Molly, Jace y esa tía rara que nunca recuerdo cómo se llama. Cuando Pau y Landon entran por fin por la puerta, están de cháchara, y ella parece alegre y descansada. No tiene ni rastro de ojeras ni nada que indique que algo le quitara el sueño anoche.
—¿Estás preparada para nuestra cita de esta noche? —le pregunto cuando su cadera roza mi pupitre.
La curva de esa cadera me resulta tremendamente atractiva. La parte delantera de los muslos de una mujer, en el lado de las caderas, es una de mis partes favoritas del cuerpo femenino..., es tan sexi...
—No es una cita —me dice, y se vuelve hacia Landon para añadir—: Vamos a salir como amigos.
—Viene a ser lo mismo. —La miro y me fijo en su ropa de hoy.
Lleva puestos unos vaqueros lo suficientemente ajustados como para distinguir la forma de sus muslos y su culo. «Joder.»
Pau me evita eficazmente durante el resto de la clase. Y yo tampoco miro en su dirección.
Cuando acaba la hora, no capto lo que Landon le dice..., el muy capullo habla demasiado bajo, pero sí que oigo lo que ella le responde:
—Sólo intentamos llevarnos bien porque mi compañera de cuarto es una buena amiga suya.
«Así que sólo intentamos llevarnos bien, ¿eh?»
Me acerco unos pasos a don Empollón y a su amiguita, la empollona sexi. Landon lleva el puto polo metido por dentro de sus pantalones grises de vestir. ¿Sabe este tío que se supone que es un estudiante universitario pelado? Ah, espera... Él no está pelado. Vive en un pedazo de casa a corta distancia de aquí con el hombre que técnicamente es mi padre, mientras que mi madre vive en Inglaterra en una cueva. Y lo que yo llamo hogar es una vieja casa de fraternidad llena de tíos desesperados por molar que no hacen nada por ayudar a esta maravillosa comunidad, tal y como anuncia su lema. Seguro que el novio de Pau pertenece a una fraternidad. Pelo rubio, ojos azules, mocasines, cárdigan... Es el candidato ideal.
O al menos lo sería si aprendiera a beber como un cosaco.
Landon establece contacto visual conmigo y no baja la voz cuando dice:
—Lo sé, y de verdad que eres una amiga fantástica. Pero no acabo de estar seguro de que Pedro merezca tu simpatía.
«¿En serio?» Y ¿qué merezco, Landon? ¿Un nuevo papíto que no prefiera el alcohol a su único hijo biológico?
—¿No tienes nada mejor que hacer que estar aquí poniéndome de vuelta y media? Anda, lárgate, tío —digo lo más amablemente posible.
Si dijera lo que estoy pensando en realidad, Pau cancelaría nuestra cita sin dudarlo.
Landon no me contesta; mira a Pau de nuevo con el ceño fruncido y le dice algo en voz tan baja que no lo oigo. Cuando se marcha, ella se vuelve hacia mí.
—Oye, no hace falta que seas cruel con él... Sois prácticamente hermanos —me suelta sin que venga a cuento.
¿«Prácticamente hermanos»? ¿En qué clase de mundo vive esta tía en el que Landon y yo somos algo parecido a hermanos? Somos dos extraños que, casualmente, tienen un tercer extraño en común.
—¿Qué acabas de decir? —le pregunto con los dientes apretados.
Sólo porque el borrachuzo de mi padre se haya trasladado a vivir con él y con su mamíta a una mansión repleta de galletas de chocolate... Un momento..., ¿cómo sabe Pau todo esto? Me paso los dedos por el pelo, nervioso.
—Bueno, tu padre y su madre... —responde.
Parece muy confundida. Asiente para sí y hace una mueca de dolor, como si acabara de revelar algún secreto que no debía.
Miro en la dirección en la que ha desaparecido Landon para ver si puedo alcanzar a ese
capullo.
—Eso no es asunto tuyo.
¿Por qué cree que tiene derecho a hablar sobre mi familia?
—No sé por qué te ha contado nada ese gilipollas. Me parece que voy a tener que cerrarle el pico.
Hago crujir los nudillos y paso por alto la punzada de dolor de la piel desgarrándose en mis dedos eternamente reventados.
Pau me fulmina con la mirada.
—Déjalo tranquilo, Pedro —dice con un convincente tono guerrero—. Ni siquiera quería contármelo, yo se lo sonsaqué.
¿Así que ahora sabe cosas sobre mi familia? ¿Con qué derecho? No tiene por qué saber nada sobre mí. Esto está yendo demasiado lejos, y con «esto» me refiero a toda la situación.
—Bueno, ¿adónde vamos a ir? —pregunta.
Se está acercando demasiado a mí; su manía por entrometerse en todo ha alcanzado un nivel personal, y no me hace ni puta gracia. Seguro que también ha estado sonsacándole respuestas a otras preguntas sobre mí. Que por qué no vivo con Ken y su nueva familia, que por qué razón nunca hablo con mi padre... Seguro que hasta le habrá preguntado cómo era de pequeño, y Landon le habrá soltado todo lo que ha oído acerca de mí. Ya me está
juzgando, lo noto.
—No vamos a ir a ningún sitio, esto ha sido una mala idea —le digo, y me largo dejándola ahí plantada.
No tiene por qué acercarse más de lo que ya está. Es demasiado entrometida, demasiado sentenciosa. No quiero tener nada que ver con toda esta mierda. Debo mantenerme alejado de esta chica. Cuando llego al coche, tengo la cabeza a punto de estallar y las manos sudorosas. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué le ha hablado Landon sobre mi familia? Eso debe de significar que ahora ella lo sabe todo. O al menos las cosas positivas que Landon le haya contado: que mi padre es el rector de la universidad y que le encantan los deportes.
Lo que no sabe es que era un borracho de la peor calaña, porque el maravilloso Landon no conoce esa parte de él.
Me pregunto si en realidad sabrá algo de él, algo auténtico. ¿O se ha dejado engañar por mi querido papíto?
Me encantaría ser la persona que lo pusiera al corriente de quién es en realidad el pastelito de coco de su mamá. De repente siento claustrofobia y bajo la ventanilla para poder respirar. La manivela se bloquea y tiro de la barra metálica del piñón, frustrado por que este precioso coche sea tan viejo. Recobro el aliento al cabo de unos treinta segundos y por fin abandono la plaza de aparcamiento. No sé cómo habría reaccionado si Pau me hubiera seguido.
No llevo en mi cuarto ni diez minutos cuando recibo un mensaje de Molly:
«Zed está con la Barbie Virgen en la resi. Será mejor q te des prisa, casanova».
«¿Qué? ¿Cómo lo sabes?», respondo, y me pregunto por qué estoy recibiendo consejos sobre Pau precisamente de Molly.
«¿Se está quedando conmigo?» No soy una chivata.
Casi puedo oír su tono burlón a través de la pantalla. Me levanto y vuelvo a ponerme las botas negras. Están tan gastadas por dentro que espero tocar el suelo con los pies cualquier día de éstos, pero las he llevado durante años y no encuentro ningunas que sean tan cómodas. Sé que a Molly no le voy a sonsacar nada más, así que, antes de incorporarme al tráfico, le envío un mensaje a Steph:
¿Está Pau con Zed?
Su respuesta es instantánea.
*No. Zed no está aquí *
Sé de inmediato que está mintiendo, de modo que piso con fuerza el acelerador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario