Divina

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miércoles, 16 de diciembre de 2015

After 3 Capítulo 128


Pedro

El aroma a café inunda mi nariz, y alargo una mano hacia Pau sabiendo que está cerca de mí. Cuando mi búsqueda resulta inútil, abro los ojos para encontrar dos tazas de café sobre la cómoda y a Pau preparando su bolsa.

—¿Qué hora es? —pregunto, y espero que me diga que aún es temprano.

—Casi mediodía —me responde.

Mierda, he dormido casi la mitad del día.

—Ya lo he recogido todo y he desayunado. La comida estará lista pronto —me informa con una sonrisa. Ya se ha duchado y se ha vestido. Lleva esos malditos vaqueros otra vez, los ajustados.

Me obligo a salir de la cama e intento contenerme para no echarle la bronca por no despertarme antes.

—Genial —respondo, yendo a recoger mis pantalones del suelo..., aunque entonces veo que ya no están ahí.

—Toma. —Pau me los da, bien doblados, por supuesto—. ¿Estás bien? —Debe de haber notado mi hostilidad.

—Estoy bien.

Pedro —insiste. Sabía que lo haría.

—Estoy bien; el fin de semana ha acabado demasiado pronto, eso es todo.

Su sonrisa basta para derretir el hielo que se ha formado alrededor de mi humor.

—Es verdad —coincide.

Odio esta mierda de vivir separados. La odio profundamente.

—Sólo tenemos que aguantar hasta el jueves —añade, intentando que la distancia parezca menos... distante.

—¿Qué ha preparado Karen para comer? —digo cambiando de tema—. Espero que nada con sirope de arce.

Se echa a reír.

—No, nada de sirope.

Landon está sentado a la mesa, taciturno, cuando entro en el comedor al mismo tiempo que Karen, que lleva una bandeja de sándwiches. Pau se sienta junto a él y los observo mientras mi chica le pregunta si se encuentra bien.

—Estoy bien, sólo me siento un poco fuera de combate —responde él.

Nunca creí que vería el día en que Landon le mentiría a Pau.

—¿Estás seguro? Porque actúas de una forma tan...

—Pau... —Él alarga una mano y juro que si se la pone encima...—. Estoy bien —y sonríe, retirando la mano de la mesa. Me apresuro a cogerle las dos manos a Pau y a ponerlas sobre mi regazo, cubriéndolas con las mías.

La aburrida charla de sobremesa va y viene. Yo no participo, y pronto llega la hora de llevar a pAU de vuelta a Seattle. Una vez más me doy cuenta de lo imbécil que soy por no haberme mudado allí desde el principio.

—Volveré a verte antes de que te vayas, ¿verdad? —Los ojos de Pau se llenan de lágrimas cuando Landon la abraza a modo de despedida. Miro hacia otro lado.

—Sí, claro. Tal vez vaya a verte una vez regreses de tu visita a la reina —bromea él haciéndola reír.

Aprecio sus esfuerzos, especialmente porque seré yo con quien ella se cabree como una mona cuando descubra que Dakota y Landon han roto y que se lo he ocultado.

Diez minutos más tarde, prácticamente arrastro el culo de Pau fuera de la casa. Karen está más disgustada de lo que estaría cualquier persona razonable, y le dice a Pau que la quiere, lo que resulta jodidamente extraño.

—¿Crees que soy mala persona por sentirme más cómoda con tu familia que con la mía? —me pregunta Pau tras conducir quince minutos en silencio.

—Sí.

Me mira fijamente, lo que me hace poner los ojos en blanco ante su fingida rabia.

—Nuestras dos familias están jodidas —le digo, y ella asiente, regresando a su silencio.

Cuanto más se acerca mi coche a Seattle, mayor es la corriente de ansiedad que inunda mi pecho.

No quiero pasar toda la semana lejos de ella. Cuatro días alejado de Pau son toda una vida.


En cuanto vuelva a casa, iré derecho al gimnasio.

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