El
día de su cumpleaños, por suerte ya no cursaba. Estaba en el periodo de
vacaciones, aunque en realidad era la época previa a finales, así que estaba
igual de ocupado que siempre. Notaba su angustia, así que mis planes tenían que
salir de maravilla para levantar le el animo.
Lo
desperté con un desayuno riquísimo en la cama, con todo lo que le gustaba, y
con mimos... que también le gustaban.
Mi
regalo era una tablet digitalizada para sus ilustraciones. Me había saludo...
un dinero, pero como ahora trabajaba, tenia tarjeta de crédito y podía pagar en
plazos.
-Es
mucho -me había dicho contemplando la caja – Pau, es muchísimo.
-No,
no es mucho. -le discutí- Ademas son quinientas cuotas … -me reí quitandole
importancia
-Y
yo para tu cumpleaños te regale una agenda de mierda. -dijo pellizcándose el
labio con el pulgar y el indice.
-Una
agenda hermosa, que uso todos los días … -le corregí- Y que me hacia falta.
-Me
tengo que buscar un trabajo. -comento pensativo y yo puse los ojos en blanco.
-No
tenes tiempo para trabajar ahora. -le saque la caja de las manos, y me senté
sobre el a horcajadas. -Estas estudiando. Y no necesito mas regalos. Que
termines la carrera es la condición que te pusieron tus papas para quedarte en
Argentina. -le bese el cuello para distraerlo – Y para mi ese es el mejor
regalo. No te quiero lejos.
-Me
querés cerca -respondió sumándose a mis besos y acariciándome la piel debajo de
la camiseta. -Y pobre.
Nos
reímos.
-Te
sobraría la plata si yo no estuviera acá con vos -le hice ver- es el doble de
todos los gastos porque a mi se me ocurrió que escribía mejor en tu casa y
mira. Hace meses que no escribo nada nuevo.
Negó
con la cabeza.
-Se
me ocurren otras formas de pasar mi cumpleaños -acerco su boca y atrapo mis
labios con dulzura - No pensemos en esas
cosas hoy.
Le
devolví el beso mas encantada y enredando los dedos en su cabello, me pegue mas
a el haciéndolo jadear. Con sus manos en mi cadera, lo que había empezado como
un besito inocente, rápidamente se convirtió
en mucho mas.
Esa
noche, salimos a comer con May y Facu y después, aunque el cumpleañero se había
resistido un poco, habíamos ido a bailar.
Rendía
los finales en tres días, y estaba estresado porque sabia que si salia, al otro
día no podría estudiar, pero lo convencimos.
Facu
se encargo de alegrarlo a base de trago, y en pocas horas, ya se nos había
olvidado todo. Riendo y bailando como siempre, nos divertimos viendo a Pepe
moverse al ritmo de las canciones de cumbia y reggaeton de moda. Yo, feliz de
seguirlo, y ya con mas practica también me lucí, llamando un poquito la
atención. Poquito, pero mi novio tuvo que mirar mal a un par de chicos que
quisieron acercarse de mas.
May,
que estaba encantada de poner celoso a su novio, se movió descaradamente y
claro, eso había terminado en pelea.
Con
Pepe nos reímos, porque era siempre lo mismo con ellos, pero era la manera que
tenían de demostrarse cariño, y eran tal para cual.
Ya
brillaba el sol cuando regresamos, y aunque estábamos agotados y tan borrachos
que no podíamos mantenernos en pie, nos arrastramos hasta la habitación y
seguimos festejando en privado por horas.
No,
al otro día Pedro no estudio. Nos pasamos el día durmiendo, con dolor de cabeza
totalmente incapaces de enfrentar semejante resaca.
La
semana de sus finales, fue peor de lo que se imaginaba. Apenas había dormido, y
estaba hecho una bola de nervios. Varias veces se había sacado de quicio por
alguna pavada, y nos habíamos peleado casi a los gritos. Estaba tan tenso, que
no quería ni comer. Y realmente lo necesitaba, porque tenia que tener energías
para concentrarse.
Me
había echado de su casa en dos oportunidades, y por mas dolida que estaba, me
quede, porque sabia que si lo dejaba solo, no iba a cocinarse ni una sopa y probablemente
fumaria el doble de lo que ya fumaba. Ademas, cuando el ataque le pasaba, venia
arrepentido pidiéndome disculpas y rogándome que me quedara y que lo siguiera
soportando a pesar de todo.
Por
suerte, una ves que tuvo todo aprobado, volvió a ser el Pedro de siempre. Y yo,
que lo había perdonado pero no me olvidaba de nada, le deje clarisimo que no me
bancaria otra crisis así. O se calmaba, o yo me iba para no volver. Una amenaza
que claramente nunca iba a cumplir, y que había servido para asustarlo de
verdad. Porque de ahí en mas, si se enojaba o estaba de mal humor, salia a dar
una vueltita y después volvía mas tranquilito.
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