Divina

Divina

lunes, 8 de agosto de 2016

Divina Capitulo 62



El día de su cumpleaños, por suerte ya no cursaba. Estaba en el periodo de vacaciones, aunque en realidad era la época previa a finales, así que estaba igual de ocupado que siempre. Notaba su angustia, así que mis planes tenían que salir de maravilla para levantar le el animo.

Lo desperté con un desayuno riquísimo en la cama, con todo lo que le gustaba, y con mimos... que también le gustaban.

Mi regalo era una tablet digitalizada para sus ilustraciones. Me había saludo... un dinero, pero como ahora trabajaba, tenia tarjeta de crédito y podía pagar en plazos.  

-Es mucho -me había dicho contemplando la caja – Pau, es muchísimo.      

-No, no es mucho. -le discutí- Ademas son quinientas cuotas … -me reí quitandole importancia  

-Y yo para tu cumpleaños te regale una agenda de mierda. -dijo pellizcándose el labio con el pulgar y el indice.    

        
-Una agenda hermosa, que uso todos los días … -le corregí- Y que me hacia falta.

-Me tengo que buscar un trabajo. -comento pensativo y yo puse los ojos en blanco.

-No tenes tiempo para trabajar ahora. -le saque la caja de las manos, y me senté sobre el a horcajadas. -Estas estudiando. Y no necesito mas regalos. Que termines la carrera es la condición que te pusieron tus papas para quedarte en Argentina. -le bese el cuello para distraerlo – Y para mi ese es el mejor regalo. No te quiero lejos.

-Me querés cerca -respondió sumándose a mis besos y acariciándome la piel debajo de la camiseta. -Y pobre.

Nos reímos.

-Te sobraría la plata si yo no estuviera acá con vos -le hice ver- es el doble de todos los gastos porque a mi se me ocurrió que escribía mejor en tu casa y mira. Hace meses que no escribo nada nuevo.

Negó con la cabeza.

-Se me ocurren otras formas de pasar mi cumpleaños -acerco su boca y atrapo mis labios con dulzura -  No pensemos en esas cosas hoy.

Le devolví el beso mas encantada y enredando los dedos en su cabello, me pegue mas a el haciéndolo jadear. Con sus manos en mi cadera, lo que había empezado como un besito inocente, rápidamente se convirtió  en mucho mas.

Esa noche, salimos a comer con May y Facu y después, aunque el cumpleañero se había resistido un poco, habíamos ido a bailar.

Rendía los finales en tres días, y estaba estresado porque sabia que si salia, al otro día no podría estudiar, pero lo convencimos. 

Facu se encargo de alegrarlo a base de trago, y en pocas horas, ya se nos había olvidado todo. Riendo y bailando como siempre, nos divertimos viendo a Pepe moverse al ritmo de las canciones de cumbia y reggaeton de moda. Yo, feliz de seguirlo, y ya con mas practica también me lucí, llamando un poquito la atención. Poquito, pero mi novio tuvo que mirar mal a un par de chicos que quisieron acercarse de mas.

May, que estaba encantada de poner celoso a su novio, se movió descaradamente y claro, eso había terminado en pelea.

Con Pepe nos reímos, porque era siempre lo mismo con ellos, pero era la manera que tenían de demostrarse cariño, y eran tal para cual.

Ya brillaba el sol cuando regresamos, y aunque estábamos agotados y tan borrachos que no podíamos mantenernos en pie, nos arrastramos hasta la habitación y seguimos festejando en privado por horas.





No, al otro día Pedro no estudio. Nos pasamos el día durmiendo, con dolor de cabeza totalmente incapaces de enfrentar semejante resaca.

La semana de sus finales, fue peor de lo que se imaginaba. Apenas había dormido, y estaba hecho una bola de nervios. Varias veces se había sacado de quicio por alguna pavada, y nos habíamos peleado casi a los gritos. Estaba tan tenso, que no quería ni comer. Y realmente lo necesitaba, porque tenia que tener energías para concentrarse.

Me había echado de su casa en dos oportunidades, y por mas dolida que estaba, me quede, porque sabia que si lo dejaba solo, no iba  a cocinarse ni una sopa y probablemente fumaria el doble de lo que ya fumaba. Ademas, cuando el ataque le pasaba, venia arrepentido pidiéndome disculpas y rogándome que me quedara y que lo siguiera soportando a pesar de todo.

Por suerte, una ves que tuvo todo aprobado, volvió a ser el Pedro de siempre. Y yo, que lo había perdonado pero no me olvidaba de nada, le deje clarisimo que no me bancaria otra crisis así. O se calmaba, o yo me iba para no volver. Una amenaza que claramente nunca iba a cumplir, y que había servido para asustarlo de verdad. Porque de ahí en mas, si se enojaba o estaba de mal humor, salia a dar una vueltita y después volvía mas tranquilito.


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