Atendió
la llamada al segundo tono, escuchó su confusa explicación y le dio una sola
directriz.
—Espera
ahí, salgo para allá.
Se excusó
en la reunión que mantenía, hizo una llamada personal al jefe de policía, dio
unas órdenes a algunos miembros de su equipo y, ya en el coche, intentó contactar
con Carlos.
Cuando
llegó al parque, tenía una visión de conjunto de la situación…. y el teléfono
de Carlos estaba desconectado, lo mismo que el dispositivo de rastreo que
llevaba siempre cuando salían de casa. Ambos datos hicieron sonar el timbre de
alarma en la cabeza de Pedro.
La
existencia de Olivia se había mantenido lo más en secreto posible, pero no
había que ser un genio para saber el valor de una niña relacionada con la
familia Alfonso. La reciente muerte de Ramón había incrementado su valor.
Los
secuestradores tenían que ser profesionales. Carlos era el mejor y habían
conseguido burlar su vigilancia, entonces tenía que ser una operación muy bien
planeada.
Paula vio
a Pedro en cuanto entró en su campo visual. Lo miró con gesto de desesperación.
El gesto de él expresaba poco cuando se acercó. Una sola mirada al pálido
rostro de Paula fue suficiente.
—No te
culpes. Después empezó a hacerle preguntas. La presencia de Pedro no hizo mucho
para reducir el pánico que sentía. Estaba demasiado aturdida como para llorar,
demasiado paralizada como para hacer algo más que movimientos automáticos
cuando la policía se unió a la seguridad del parque.
No
comprendía la mayor parte del rápido español que se hablaba, así que se limitó
a permanecer de pie al lado de Pedro intentando borrar de su mente las
horribles imágenes que aparecían.
¿Cómo
podía Pedro enfrentarse a la situación con esa aparente calma? Al observar su
gesto, la tensión en la mandíbula, el tono de voz… cambió calma por control.
Tendría
que haber una llamada de teléfono. ¿No era así como se desarrollaban los
secuestros?
Estaba
confusa, mental y emocionalmente. Deseaba desesperadamente hacer que el tiempo
corriera hacia atrás, deseando no haber quitado el ojo de encima de Olivia ni
un segundo.
—Carlos,
¿quiénes son estos hombres? —preguntó Olivia apretándole la mano— . ¿Adónde nos
llevan?
Carlos
había conseguido activar la alarma que llevaba encima, pero en un minuto lo
cachearían y la señal se interrumpiría.
Lo
importante era proteger a la niña. Minimizar el impacto del secuestro y
permanecer alerta ante cualquier eventualidad.
—Es sólo
un paseo, pequeña —le dijo con suavidad—. Todo va bien.
Su
entrenamiento era bueno y nadie, sobre todo la niña, cuya confianza en él en
ese momento era incondicional, notaría que a pesar de su apariencia de
tranquilidad una Glock le apuntaba al riñón derecho.
Llegaron
a una camioneta negra, abrieron las puertas de atrás y Carlos subió a la niña
al suelo metálico.
—No hay
asientos —susurró la niña cuando él estuvo más cerca.
Vio los
ojos de la niña muy abiertos mientras él separaba las piernas y los brazos para
que lo revisaran a fondo. Le quitaron el reloj por si tenía algún dispositivo
de alerta.
Un sonido
gutural sonó tras él cuando descubrieron el hilo que llevaba pegado con cinta.
Apretó los dientes mientras se lo arrancaban. Después un duro objeto de metal
golpeó sus riñones, le ataron las manos y lo empujaron a la furgoneta. Rodó de
un modo reflejo y consiguió incorporarse sin hacer ruido, algo difícil cuando
se siente un agudo dolor.
—No me
gustan esos hombres. Tampoco a él. Las puertas se cerraron de un portazo, oyó
cómo echaban la llave y a los pocos segundos se oyó el sonido del motor al
arrancar.
—Vamos de
aventura —dijo Carlos con suavidad—. ¿Te cuento una historia? Había un diminuto
dispositivo electrónico en su zapato que cuando se activaba se conectaba
directamente con la policía. Dado que no lo habían detectado, permitiría a la
policía seguir su rastro.
No sería
difícil sacarlo, pero no se podía arriesgar a que Olivia le preguntara qué
hacía. Por si había algún dispositivo de escucha en la caja de la furgoneta, se
llevó las manos esposadas al rostro y puso un dedo delante de los labios.
Olivia
imitó su acción y asintió.
Bien.
Recordaba las nociones básicas que le había explicado y por qué él siempre
acompañaba a los miembros de su familia, insistiendo en que siempre ganaba para
que la niña no tuviera miedo.
Empezó a
entonar una canción infantil trabajando silencioso mientras la furgoneta daba
la vuelta en una esquina y se detenía en un cruce.
Sus
captores tomaban precauciones. Su velocidad era constante, normal y se dirigían
hacia el norte.
Experimentó
una gran satisfacción cuando consiguió sacar el dispositivo electrónico,
después lo activó y lo volvió a colocar en su sitio con cuidado. Para entonces Paula
habría avisado a Pedro, la policía estaría informada… era sólo cuestión de
tiempo.
Hizo a Olivia
una señal de victoria y fue pasando de un cuento a otro. Cantó algunas
canciones animando a la niña a unirse a él quien, con valentía, así lo hizo.
Llevaría
tiempo montar un control de carretera, así que su primer objetivo era distraer
a la niña lo bastante como para que no se asustara demasiado.
Hablaron
de sus cuentos favoritos y de Shrek, la película. En una ocasión, alzó las
manos y se secó las lágrimas de los ojos.
—¿Cuándo voy a ver a mamá?
—Muy
pronto, pequeña, muy pronto —prometió él rogando que así fuera—. Tu padre se
encargará.
Gracias Por Leer y Comentar SIEMPRE ...
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les dejo el video de Cumpleaños de Olivia https://www.youtube.com/watch?v=DfEg7BE8J9A&feature=youtu.be&a
Muy buenos los 2 caps Yani. Ojalá los encuentren pronto.
ResponderEliminarse puso barbara, seguro Penélope esta metida en esto
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