Divina

Divina

domingo, 23 de agosto de 2015

En La Cama De Su Marido Capítulo 22


Atendió la llamada al segundo tono, escuchó su confusa explicación y le dio una sola directriz.

—Espera ahí, salgo para allá.

Se excusó en la reunión que mantenía, hizo una llamada personal al jefe de policía, dio unas órdenes a algunos miembros de su equipo y, ya en el coche, intentó contactar con Carlos.

Cuando llegó al parque, tenía una visión de conjunto de la situación…. y el teléfono de Carlos estaba desconectado, lo mismo que el dispositivo de rastreo que llevaba siempre cuando salían de casa. Ambos datos hicieron sonar el timbre de alarma en la cabeza de Pedro.

La existencia de Olivia se había mantenido lo más en secreto posible, pero no había que ser un genio para saber el valor de una niña relacionada con la familia Alfonso. La reciente muerte de Ramón había incrementado su valor.

Los secuestradores tenían que ser profesionales. Carlos era el mejor y habían conseguido burlar su vigilancia, entonces tenía que ser una operación muy bien planeada.

Paula vio a Pedro en cuanto entró en su campo visual. Lo miró con gesto de desesperación. El gesto de él expresaba poco cuando se acercó. Una sola mirada al pálido rostro de Paula fue suficiente.

—No te culpes. Después empezó a hacerle preguntas. La presencia de Pedro no hizo mucho para reducir el pánico que sentía. Estaba demasiado aturdida como para llorar, demasiado paralizada como para hacer algo más que movimientos automáticos cuando la policía se unió a la seguridad del parque.

No comprendía la mayor parte del rápido español que se hablaba, así que se limitó a permanecer de pie al lado de Pedro intentando borrar de su mente las horribles imágenes que aparecían.

¿Cómo podía Pedro enfrentarse a la situación con esa aparente calma? Al observar su gesto, la tensión en la mandíbula, el tono de voz… cambió calma por control.

Tendría que haber una llamada de teléfono. ¿No era así como se desarrollaban los secuestros?

Estaba confusa, mental y emocionalmente. Deseaba desesperadamente hacer que el tiempo corriera hacia atrás, deseando no haber quitado el ojo de encima de Olivia ni un segundo.



—Carlos, ¿quiénes son estos hombres? —preguntó Olivia apretándole la mano— . ¿Adónde nos llevan?

Carlos había conseguido activar la alarma que llevaba encima, pero en un minuto lo cachearían y la señal se interrumpiría.

Lo importante era proteger a la niña. Minimizar el impacto del secuestro y permanecer alerta ante cualquier eventualidad.

—Es sólo un paseo, pequeña —le dijo con suavidad—. Todo va bien.

Su entrenamiento era bueno y nadie, sobre todo la niña, cuya confianza en él en ese momento era incondicional, notaría que a pesar de su apariencia de tranquilidad una Glock le apuntaba al riñón derecho.

Llegaron a una camioneta negra, abrieron las puertas de atrás y Carlos subió a la niña al suelo metálico.

—No hay asientos —susurró la niña cuando él estuvo más cerca.

Vio los ojos de la niña muy abiertos mientras él separaba las piernas y los brazos para que lo revisaran a fondo. Le quitaron el reloj por si tenía algún dispositivo de alerta.

Un sonido gutural sonó tras él cuando descubrieron el hilo que llevaba pegado con cinta. Apretó los dientes mientras se lo arrancaban. Después un duro objeto de metal golpeó sus riñones, le ataron las manos y lo empujaron a la furgoneta. Rodó de un modo reflejo y consiguió incorporarse sin hacer ruido, algo difícil cuando se siente un agudo dolor.

—No me gustan esos hombres. Tampoco a él. Las puertas se cerraron de un portazo, oyó cómo echaban la llave y a los pocos segundos se oyó el sonido del motor al arrancar.

—Vamos de aventura —dijo Carlos con suavidad—. ¿Te cuento una historia? Había un diminuto dispositivo electrónico en su zapato que cuando se activaba se conectaba directamente con la policía. Dado que no lo habían detectado, permitiría a la policía seguir su rastro.

No sería difícil sacarlo, pero no se podía arriesgar a que Olivia le preguntara qué hacía. Por si había algún dispositivo de escucha en la caja de la furgoneta, se llevó las manos esposadas al rostro y puso un dedo delante de los labios.

Olivia imitó su acción y asintió.

Bien. Recordaba las nociones básicas que le había explicado y por qué él siempre acompañaba a los miembros de su familia, insistiendo en que siempre ganaba para que la niña no tuviera miedo.

Empezó a entonar una canción infantil trabajando silencioso mientras la furgoneta daba la vuelta en una esquina y se detenía en un cruce.
Sus captores tomaban precauciones. Su velocidad era constante, normal y se dirigían hacia el norte.

Experimentó una gran satisfacción cuando consiguió sacar el dispositivo electrónico, después lo activó y lo volvió a colocar en su sitio con cuidado. Para entonces Paula habría avisado a Pedro, la policía estaría informada… era sólo cuestión de tiempo.

Hizo a Olivia una señal de victoria y fue pasando de un cuento a otro. Cantó algunas canciones animando a la niña a unirse a él quien, con valentía, así lo hizo.

Llevaría tiempo montar un control de carretera, así que su primer objetivo era distraer a la niña lo bastante como para que no se asustara demasiado.
Hablaron de sus cuentos favoritos y de Shrek, la película. En una ocasión, alzó las manos y se secó las lágrimas de los ojos.

—¿Cuándo voy a ver a mamá?



—Muy pronto, pequeña, muy pronto —prometió él rogando que así fuera—. Tu padre se encargará.


Gracias Por Leer y Comentar SIEMPRE ...

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les dejo el video de Cumpleaños de Olivia  https://www.youtube.com/watch?v=DfEg7BE8J9A&feature=youtu.be&a

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